Los empresarios restauranteros de Xalapa y la región han sido severamente afectados por la pandemia del COVID-19, sobre todo en la última quincena de marzo, abril y mayo, donde las ventas se vinieron abajo en un 75 por ciento, así lo considera Antonio Ballesteros Grayeb, franquiciante del café La Parroquia.

Con sucursales en la calle de Enríquez, en el corazón de la capital y en la Plaza Xanat, por el rumbo de Las Trancas, el xalapeño asegura que la pandemia no sólo afectó los ingresos y los empleos de miles de trabajadores en todo el Estado y el país, también las inversiones que estaban en puerta, como en su caso, que estaban a punto de abrir La Parroquia de Coatepec, con una inversión que generaría empleos y bienestar en la región.

Aunque reconoce que a partir del mes de junio la afluencia a estos restaurantes empieza a repuntar “y estamos esperanzados en que las cosas se vayan componiendo pero va a ser muy lento. Es un golpe muy duro a la economía mundial. La recuperación no va a ser fácil ni a corto plazo”.

Entrevistado en la Plaza Xanat, en donde se observa una gran afluencia —a pesar de que Xalapa se encuentra en el cuarto lugar de contagios a nivel estatal, con mil 234 casos confirmados de COVID-19; 158 fallecimientos y 240 sospechosos— Ballesteros Grayeb indica que “afortunadamente ya se va viendo un poco la recuperación, aunque estamos con la sana distancia, con pocas mesas, la capacidad no es la misma con la que estábamos acostumbrados a trabajar”.

Cuenta que sus empresas han tomado muy en serio las medidas dictadas por las autoridades sanitarias, para proteger al personal y para cuidar a los comensales. “Desde que llegan a este lugar, los visitantes tienen que pasar por tapetes sanitizantes en la entrada, se les toma la temperatura y se les ofrece gel antibacterial”, indica.

Además, las mesas están separadas, con sana distancia una de otra y cada vez que una persona o familia las utiliza, se limpian adecuadamente, se desinfectan, para que sean utilizadas por otras personas.

Los colaboradores, gerente, meseros, ayudantes, cocineras y cocineros, utilizan cubrebocas, caretas y son supervisados de manera permanente para que cumplan con la normatividad y no presenten ningún síntoma de la enfermedad.

La Parroquia, que normalmente operaba con unos 150 trabajadores, tuvo que disminuir la plantilla laboral hasta llegar a unos 70 pero poco a poco, como va mejorando la situación, añade Ballesteros Grayeb, se han venido recontratando.

El empresario considera que todo esto es parte de un círculo virtuoso, en donde lo más importante es la salud. Si la pandemia se contiene, si la gente está sana, habrá oportunidades de trabajo, empleo, desarrollo y bienestar.

El hombre que ha sido Regidor, Secretario del Ayuntamiento y Síndico, dice que la situación económica se ve muy complicada y que la recuperación será muy lenta, “lo primero que se tiene que hacer ahorita es levantar nuevamente el negocio. Ha sido muy golpeado por la pandemia y en lo que está uno concentrado es en el trabajo de aquí”, concluye.

Miguel Valera


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund