“Sin el rigor ni la seriedad requerida y con varios momentos de manifiesta ineptitud, hemos enfrentado al más grave problema de salud pública que se le haya presentado al país”, señalan los exsecretarios federales de Salud Salomón Chertorivski Woldenberg, José Ángel Córdova Villalobos, Julio Frenk Mora, Mercedes Juan López, José Narro Robles y Guillermo Soberón Acevedo, en su publicación La gestión de la pandemia en México: análisis preliminar y recomendaciones urgentes.

El documento, recogido en varias sesiones, discusiones y talleres realizados por el Consejo Consultivo Ciudadano Pensando en México, refiere que la sociedad mexicana no ha recibido todavía el balance riguroso de lo que ha hecho su gobierno a más de 150 días de la pandemia y luego de 65,000 muertes reconocidas y causadas por ella, más una cantidad adicional que posiblemente triplica esas cifras.

“Contamos con documentos, presentaciones y cifras útiles, pero no con una visión de conjunto que logre retratar, así sea de manera aproximada, la evolución de la epidemia, su expansión real, su ubicación regional, la forma en que se ha movido entre la población mexicana y su trayectoria previsible para finales de 2020”.

Durante su análisis, los exsecretarios consideraron un error grave la directriz gubernamental “Quédate en casa”, incluso con síntomas de la enfermedad, ya que en los países donde hubo una mejor gestión epidémica se pidió a la población que acudiera al sistema de salud en cuanto tuviera los primeros síntomas.

Esta situación, consideran, debió revisarse ante la paradójica situación de hospitales que conservaron una capacidad holgada, frente a números muy elevados de fallecimiento. Reflejo de ello es que el 3 de septiembre se reveló que el 79.6% de quienes murieron víctimas del virus SARS-COV-2 no habían recibido tratamiento con ventilador ni cuidados intensivos, es decir que carecieron de la atención debida.

“La gestión de la epidemia apostó casi todo al modelo centinela, y al hacerlo, excluyó la realización de pruebas masivas que hubiesen robustecido el seguimiento de la epidemia y la precisión de las proyecciones. Este es un error grave, que México tendrá que subsanar de cualquier modo, conforme avance la enfermedad en todo el territorio y se imponga la necesidad de reapertura paulatina y probablemente, de nuevos confinamientos”.

“La adopción de un modelo pasivo que se conforma con la información ‘que llega’ a las unidades de salud, a los hospitales y clínicas, es un error que seguimos pagando demasiado caro, pues no sólo tenemos datos que subestiman el fenómeno, sino que nos ha colocado en una posición de defensa. La situación exige adoptar un modelo activo que implica ir en busca de los contagios y sus posibles contactos si es que aspiramos al control decidido de la epidemia”.

Asimismo, consideraron que en México, al igual que otras naciones, la preparación del sistema de salud fue insuficiente porque partió de una hipótesis errada, se creía que el nuevo coronavirus, representaba un riesgo bajo, lo que le resto contundencia y rapidez a la respuesta contra la pandemia.

“La falta de preparación, la subestimación de un problema grave aparece más claramente si comparamos estas cifras con el gasto ejercido para otras emergencias sanitarias enfrentadas por México en el siglo XXI. El presupuesto 2020 para vigilancia epidemiológica fue 36% menor al presupuesto ordenado para combatir la influenza H1N1 en 2009, y es 28% menor a lo que en su momento se destinó frente al virus del Zika, en 2016”.

Señalan que igualmente visible ha sido la errática adquisición de equipo adecuado y suficiente. “El ejemplo de la venta y luego la readquisición de cubrebocas N95 y de otros equipos de protección para el personal de enfermería y médico son muestra de la improvisación que dominó aquel momento (como ahora)”.

“La compra de pruebas, equipamiento médico, ventiladores, trajes, mascarillas y guantes se inició 24 días después del primer caso de covid-19 registrado en el país, es decir, las compras se realizaron apenas el 23 de marzo, cuando ya habíamos entrado a la Jornada Nacional de Sana Distancia. Y esta situación de precariedad y falta de previsión continúa: tras más de 150 días de pandemia en México, el sistema de salud acusa una carencia absoluta de un medicamento clave para la atención de los pacientes: la norepinefrina”.

Asimismo, refieren que la reconversión hospitalaria se realizó “sin una planeación adecuada”, lo que provocó la desprotección del personal médico y su inadmisible sobreexposición al contagio por ausencia de los materiales necesarios. El 2 de septiembre, Amnistía Internacional actualizó su análisis sobre las personas trabajadoras de la salud que han fallecido a causa de la covid-19 y calculó que en México han muerto 1,320 de ellas, la cifra más alta registrada en un solo país.

Además, criticaron el que no se impulse de manera contundente el uso de cubrebocas o mascarillas de tela, “el cual debe formar parte de la política contra la pandemia y del acervo institucional para los siguientes meses y, quizá, años”.

En el estudio, los antiguos titulares de la Secretaría de Salud consideraron que “la situación económica está reforzando la expansión y la multiplicación del contagio y se ha convertido, de facto, en un poderoso ingrediente que prolongará la persistencia de la pandemia por tiempo indefinido”.

Quedarse en casa implica que la gente que sale cotidianamente a buscar el sustento, necesite el respaldo económico sustituto para permanecer confinado, y esto no fue entendido por el gobierno mexicano. “No se trataba de suspender los programas sociales vigentes. Por el contrario, el propósito debía ser extenderlos a otras capas de la población que están sufriendo ahora mismo la desaparición de sus fuentes de trabajo y de manutención”.

“Es cierto que antes del 23 de marzo el número de muertes parecía extremadamente bajo y no parecía justificar una clausura masiva de la actividad económica. Sin embargo, el problema se amplificó con enorme rapidez y no hizo sino crecer exponencialmente durante la Jornada Nacional de Sana Distancia y, peor aún, después de decretar su conclusión. México no contó, en junio y aún no cuenta con las bases necesarias para declarar por controlado un mal cuya verdadera magnitud todavía desconocemos”.

Ante el panorama anterior los exsecretarios de Salud propusieron “desarrollar un segundo intento de control de la pandemia que tome en cuenta nuestra experiencia –aciertos y fracasos– y las lecciones del mundo”. Para ello, plantaron las siguientes medidas:

1. Prepararse para convivir con el virus durante un largo tiempo. Para evitar contagios y rebrotes es preciso diseñar escenarios diversos de apertura, convivencia social, reglas y obligaciones que entrenen y eduquen a la sociedad mexicana para un periodo prolongado de cohabitación con el nuevo coronavirus.

2. Recolección de la mayor cantidad de datos y de la mejor calidad posible. Se debe conformar una base de datos nacional de contagios y de contactos, ubicación e intensidad, en la que se recopile la mayor información posible.

3. Hacia una epidemiología de precisión. La estrategia consiste en poner en marcha cuarentenas y confinamientos precisos, parciales y localizados; saber dónde empezó un brote, quienes están en riesgo y ubicarlos con seguridad.

4. Encuesta serológica a los mexicanos. Dicha investigación debe revelar qué porcentaje de la población mexicana carece de anticuerpos contra el coronavirus, cuántos sí los tienen pero no sufrieron síntomas y qué porcentaje es todavía susceptible a contagiarse.
5. Plan nacional de ocho semanas para controlar la pandemia. A partir de los mapas de infección se pueden planear las medidas subsecuentes hacia un nuevo periodo extraordinario de seis a ocho semanas para el genuino control de la epidemia.

6. Modificar la directriz “Si te sientes mal, quédate en casa”. Ha sido fuente de fallecimientos que pudieron evitarse.

7. Mejorar y unificar la atención a los enfermos. El éxito en la atención de pacientes parece diferir entre instituciones de salud, por lo que existe margen para el despliegue de planes de colaboración interinstitucional y con el sector privado.

8. La disciplina social determinará (también) el control de la epidemia. Es de suma importancia desplegar una poderosa campaña de comunicación y formación sanitaria para extender y naturalizar nuevos hábitos.

9. Más allá del sistema de salud: la política y la cooperación gobierno-sociedad. En México el control de la pandemia se juega también en el cambio de política y en la disciplina social.

10. Una política económica que haga posible quedarse en casa. Nadie debe esconder su enfermedad ni verse en la necesidad de salir desprotegido para obtener el sustento.

11. La mejor ciencia y los mejores científicos de México contra la pandemia. Es necesario integrar un comité compuesto por los mejores y más competentes especialistas para la evaluación de las decisiones de política contra la pandemia.

12. Una vigorosa ley de cuarentena para la coordinación institucional y la disciplina social. El Poder Legislativo puede y debe intervenir en esta nueva política pública, atendiendo el hecho de que no estamos ante la única ni la última pandemia que enfrentará el mundo y nuestro país.

13. Campaña de vacunación extraordinaria contra la influenza estacional. Para evitar una situación en la que se suman dos o más epidemias de enfermedades concurrentes o secuenciales dentro de la misma población, lo que exacerba el contagio y la carga de ambas enfermedades.

14. Preparar la logística de vacunación. La próxima vacuna requiere que se prepare su resguardo y su distribución justa y eficiente entre la población mexicana.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund