No saben cuándo ni cómo, pero en el imaginario colectivo, en la tradición oral, en el recuerdo que fue transmitido de generación en generación, las personas mayores de San Pablo Coapan dicen que su pueblo nació luego de que una pandemia acabara con Santa María Magdalena, una población que estuvo asentada a unos dos kilómetros de donde ellos viven actualmente.
Así me lo dice don Porfirio García Landa, un hombre recio, que despacha en una tienda a un lado del parque central, a la sombra del templo dedicado a San Pablo, al padre Jesús del Consuelo, a Santa María Magdalena y nuestra señora de la Natividad.
“Una abuelita me comentaba que hace muchos años se formó un pueblo ahí, pero al cabo de un tiempo vino una epidemia, quién sabe qué epidemia sería pero la gente se fue muriendo, se fue acabando el pueblo. Según ya la gente humilde no tenía recursos para comprar sus cajitas y lo que hicieron fue enrollarlos en petates nada más. Los poquitos que quedaron allá se vinieron a poblar acá a San Pablo Coapan”, expresa.
Don Feliciano Arellano Barradas, quien vive en la calle 16 de septiembre, al lado de su esposa Porfiria Mendoza González, me dice que desde que era niño ha escuchado las historias de “esa enfermedad” que acabó con el pueblo de Santa María Magdalena Coapan.
El hombre, que el próximo 1 de diciembre cumple 91 años —nació en 1929— aunque tiene dificultades para oír, con voz clara, que emerge de su mente lúcida, dice que recuerda cómo fue mejorando la vida en San Pablo, que en 1944 tenía todas sus calles empedradas, en grandes calzadas.
“De cuando pasó la enfermad no me acuerdo, pasó mucho tiempo antes. Pasó la enfermedad esa y lo que dicen o nos cuentan es que venían, que los traían hasta medio vivos, a enterrarlos aquí, porque allá no había panteón. No me acuerdo que los haya yo visto, me lo contaron. Lo mismo cuando pasó la Revolución. Me contaban nada más quiénes eran las cabezas aquí”, expresa.
Su esposa, de 70 años, toma la voz y me dice que tampoco le tocó vivir esa enfermedad, pero que sí ha escuchado las historias de sus padres y de sus abuelos. “Decían que de la ‘virguela’ (viruela negra) se estaban muriendo de eso. Lo que pasó más antes, no”.
En crisis el cultivo de flor de muerto
Desde tiempos ancestrales, los pobladores de San Pablo Coapan han sembrado flor de muerto o cempasúchil, una flor amarilla que según la tradición prehispánica guardaba el calor del sol e iluminaba el camino de regreso de los muertos a la tierra de los vivos.
La planta, que se siembra durante el mes de mayo y se cosecha en el otoño, se ha utilizado para decorar los altares en honor de los muertos, para recibir a las almas que vienen del Mictlán. Con la llegada de la religión católica la práctica continuó, creando un sincretismo en donde se mezclan elementos del mundo precolombino con la tradición cristiana.
Sin embargo, en este 2020, Año de la Gran Pandemia del COVID-19, los pobladores de San Pablo Coapan no quisieron arriesgar la inversión en el cultivo de esta flor, porque vieron que en festividades pasadas, las autoridades limitaron la movilidad de personas e incluso anunciaron el cierre de panteones.
José Barradas Martínez, subagente municipal de San Pablo, me dice que de cien personas o familias que sembraban sus terrenos, este año sólo un 10 por ciento, es decir, unas 10 familias cultivaron sus campos. “La pandemia nos vino a fregar a todos. La gente no quiso arriesgar su dinero o de plano no tuvieron dinero, porque todo ha estado cerrado, el comercio detenido, no hay dinero y ahora los panteones también estarán cerrados y no se podrá vender la flor”.
“Antes, en este tiempo, entrando a San Pablo Coapan, por donde quiera había flores sembradas de cempasúchil, pero ahora son contaditos los terrenos, porque no quisieron arriesgarse por lo mismo, en primer lugar los panteones y luego la economía está por los suelos. Nos vino a fregar mundialmente”, expresa.
Me dice que aunque algunas personas dicen que en la comunidad han fallecido cinco personas de COVID-19, él tiene sus reservas y prefiere no opinar mucho, porque desconoce los datos o los diagnósticos. Dice que lo que sí han tenido claro es que si a las personas las llevan a los hospitales, se mueren.
“Realmente no me muerdo la lengua en decir, que si los llevan a los hospitales, de ahí no salen vivos. Dice el gobierno que no hay cura, pero hubo varios de aquí que según tuvieron COVID y fueron con médico particular y ahí están”.
“Pero bueno, lo que le puedo decir es que sí, la pandemia nos ha afectado a todos y le repito, estamos hablando de que si sembraban cien personas, cien familias, pues ahorita nada más el 10 por ciento, unos diez terrenos”.
Amable, atento, José Barradas Martínez me cuenta que trabaja muy de la mano con su compañero el Agente Municipal, Valentín Landa, quien esta tarde de visita en San Pablo, acudió a ordeñar sus vacas.
Se muestra orgulloso de la historia y las tradiciones de este pueblo, en donde se realizan cuatro festividades religiosas, el 15 de enero a San Pablo apóstol; el 15 de marzo al padre Jesús del Consuelo; el 22 de julio a Santa María Magdalena y el 8 de septiembre a nuestra señora de la Natividad.
Además, me dice que San Pablo es un lugar próspero, bendecido por Dios, “porque mire, aquí se da de todo en la tierra. Se da café, caña, frijol, chícharo, calabacita, flor, de todo, naranja, berenjena, limón, de todo se da aquí. Flor de muerto, maíz elotero, maíz criollo”, aunque este año la han pasado difícil por la crisis de la pandemia del COVID-19.
Santa María Magdalena
La referencia más antigua de la existencia de estos pueblos aparece en “El Códice Chapultepec”, un documento que se encuentra en el Museo de Antropología de Xalapa, estudiado por el maestro José Luis Melgarejo Vivanco y editado por el Instituto de Antropología de la Universidad Veracruzana.
El documento, según el propio estudio de Melgarejo Vivanco, señala que fue copiado en marzo de 1852, de un lienzo pintado el año de 1665. “Este sería el conservado por los nativos de Chapultepec según informaron el año 1939; pero este documento de 1665, que los lugareños conservan, ya no pudo ser copiado por David Ramírez Lavoignet, dado lo ennegrecido; sin embargo, el investigador si pudo constatar que se trata del documento de 1665, por decirlo así la propia tela”.
En la página 31, del texto mencionado, el cual se puede consultar en la liga https://www.uv.mx/colecciones/melgarejovivanco/pdf/CodiceChapul.pdf Melgarejo Vivanco indica que “la rebelión de Oztoc (La Cueva) y Chalcoyan, a raíz del viaje a Honduras, pudo haber comenzado sincrónicamente, pues en el propio Códice Chapultepec se marca un San Pablo que debe ser Coapan, asignándole 609 años, es decir, 46; restándolos de 1572, el saldo es 1526”.
“Al capitanear su represión Alonso Valiente, adquirió, según él, derechos, y le fueron encomendados pueblos como Miahuatlán y Chiconquiaco, cuyo Códice tiene la fecha de 1542; pero la revisión de documentos coloniales para la zona, muestra que no existían las hoy poblaciones de Tonayán, Coapan. Paxtepec, ni La Magdalena ya desaparecida”.
Si como dice el Códice, San Pablo Coapan fue fundado hace 494 años, en 1526, la posible epidemia de viruela negra en Santa María Magdalena Coapan debió haber ocurrido entre 1520 y 1526 y pudo tratarse quizá de la viruela negra que llegó de Cuba a Cozumel y de ahí a Cempoala y se extendió rápidamente hasta el altiplano del país.
Francisco de Aguilar señala que después de la Noche Triste del 30 de junio de 1520, mientras los españoles se refugiaban y recobraban fuerzas de su huida de Tenochtitlan en Tlaxcala “… Dios consideró adecuado enviar la viruela a los indios, y hubo una gran pestilencia en la ciudad…”.
Según los datos recabados, uno de los caminos que los españoles utilizaban para llegar a la ciudad de México incluía el cauce del río Actopan, pasando por esta zona de Santa María Magdalena Coapan, la zona de Naolinco, la sierra de Chiconquiaco hasta llegar a Ixtacamxtitlán, Puebla y Tlaxcala.
Sin embargo, al visitar junto con José Barradas Martínez el viejo templo de Santa María Magdalena Coapan, a unos 2 kilómetros de San Pablo, pudimos constatar que aún se conserva en el pórtico, casi ilegible, la inscripción “S Q 13 DE NOBIEMBRE DE 1783 AÑOS”.
De ese templo y de su pueblo, don Porfirio García Landa nos dice que se veneraba a Santa María Magdalena, que es la imagen que se conserva en Xico. “Esa imagen se la llevaron a Xico, pero a la imagen no le gustó allá y volvió a regresar a Santa María, pero según llegó ahí y otra vez se la volvieron a llevar y regresó a un árbol que se llama Pawa o Chinín. Según la encontraron y se la volvieron a llevar y ya se quedó por allá en Xico”, comenta.
Lo que Paulo C. López escribió
En su blog “Un historiador y sus viajes”, Paulo C. López señala que Santa María Magdalena Coapan fue poblado a inicios del siglo XVIII y abandonado (según exploración bibliográfica realizada) durante la segunda mitad del siglo XIX.
“Hoy en día no queda mucho de ese lugar salvo las paredes y la torre de lo que fue su edificio principal”.
“Para llegar a este interesante punto se debe llegar al pueblo de Coapan, del municipio de Naolinco de Victoria. Se toma la carretera Xalapa-Misantla y al pasar Coacoatzintla, hay una desviación a Paxtepec pasando su hermosa iglesia (que alegremente están arreglando), y unas pocas curvas se llega al pueblo de Coapan que comienza a mirar al valle de Actopan”.
“Una vez en el pueblo hay que tomar el camino hacia la Concepción, en dirección sur. Puede preguntarle a los habitantes de Coapan por la ‘iglesia vieja’ o por las ‘ruinas’. Recomiendo ampliamente que este paso se haga caminando pues el camino es muy agradable por el excelente paisaje del valle y los potreros, cafetales y cañaverales, toda una experiencia. Habrá que pasar poco menos de 40 minutos para poder llegar a la parte más baja. El calor se incrementa considerablemente, pues se llega a unos 900 m.s.n.m”.
“Las ruinas de la iglesia pueden verse desde el descenso a la misma. La torre, como las de su época, buscaba ser referencia para viajeros y caminantes del valle, como orientación, como faro terrestre. Una vez llegando se vislumbra un alto muro que se trata del muro trasero de la iglesia”.
“El edificio es alto, tiene una sola nave. Se observa que alguna vez soportó un techo de ‘dos aguas’ tal vez cubierto de teja o tal vez de paja. En el muro de la portada se conserva un arco y una ventana para el coro, hay una arquitrabe en la portada que tiene grabado ‘En noviem-bre de 1738 años’”.
“En el interior de la iglesia, a pesar de la hierba crecida, aún resguarda los restos del altar principal, asimismo se entrevé unas bases en los costados del edificio que seguramente eran para el sostenimiento de retablos (uno de los cuales ya tiene hoyos de los ‘caza tesoros’ que lamentablemente nunca faltan), las columnas que dividen la sección del altar con el resto de la iglesia, las bases del coro (este último elemento ya desapareció)”.
“Afuera algunos restos de pintura mural, la torre de la iglesia aún íntegra con ciertas plantas producto de la humedad. Por cierto es increíble (y da mucha alegría) que la alta humedad de la zona, las lluvias no hayan terminado por arruinar al edificio, el cual espera de algunas buenas intenciones de rescate”.
“Bien se podría poner esta iglesia en las ‘Crónicas del patrimonio provincial perdido y descuidado’, pero desconozco totalmente las razones que mantienen a dicha iglesia en su estado actual. Asimismo hace falta saber cómo es que se dejó en el abandono. Tal vez sus habitantes se fueron a vivir a Coapan”.
“En las fuentes el pueblo, muchas veces referido como ‘Magdalena Coapan’, deja de aparecer en la segunda mitad del siglo XIX, en fin sería un buen trabajo de investigación revisar cuáles fueron las causas del final de esta población. Los habitantes mencionan una epidemia como causa principal, otros incluso mencionan que la virgen de la Magdalena que aquí estaba fue llevada a Xico con lo que comenzó la crisis del viejo pueblo, aunque esta última versión es más cuestionable pues Xico tiene registros más antiguos de la devoción a la Magdalena que los de Coapan”.
“Se puede saber el inicio de esta población, los registros del Archivo General de la Nación lo ubican como un antiguo ‘Pueblo de indios’. En un interesante expediente de tierras de 1746 se tiene el registro de un testigo que el pueblo ya existía ‘desde hace dieciséis años’, es decir en 1730. La fundación se había hecho por gente de Coacoatzintla en el paraje conocido como Coapan”. El texto completo de Paulo C. López se puede leer en http://paulopages.blogspot.com/2013/06/la-iglesia-de-santa-maria-magdalena.html
Con la guía y atenciones del subagente municipal José Barradas Martínez salgo de San Pablo Coapan cuando la neblina desciende para abrazar el templo Santa María Magdalena, los campos floridos de cempasúchil y la historia de este pueblo que nació de una pandemia y que hoy intenta sobrevivir a otra.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund