Dedicada desde hace 30 años a la profesión la enfermería, desde auxiliar en la Cruz Roja en su natal Córdoba, pasando por la licenciatura en Enfermería de la Universidad Veracruzana, Angélica María Sobal Dea cuenta que a pesar de la crisis sanitaria por el COVID-19, el Hospital Santa Elena de esta ciudad, jamás pensó en cerrar sus puertas.
Desde el mes de marzo que inició la pandemia, añade, muchas personas prefirieron atenderse en hospitales privados, ante el temor de morirse en los hospitales públicos. Con todo ello y a pesar del miedo, la angustia y la carga de trabajo, todo el personal del Santa Elena se mantuvo en la primera línea de batalla.
Expresa que desde que labora en el Hospital Santa Elena desde hace ya algunos años, nunca ha visto que sean suspendidas las actividades, incluso cuando hace como diez años tuvieron un brote de influenza.
Durante este año, con la pandemia del COVID-19 tomaron todas las medidas de cuidado sanitario “y a pesar de eso tuvimos algunos compañeros y compañeras que se contagiaron. De inmediato se fueron a cuarentena y gracias a las medidas de cuidado que se implementaron nadie se agravó y ya está el personal completo de nuevo, y no han dejado de atender a pacientes en ningún momento”, indica.
Aclara que el Hospital donde labora no cuenta con la infraestructura para dar atención permanente a pacientes con COVID, pero, al igual que los grandes hospitales, que tampoco estaban preparados para atender una pandemia como la presente, se tuvieron que hacer las adecuaciones, desde el ingreso de pacientes, tipos de exámenes, radiografías, y todo lo que implica un protocolo que salvaguarde tanto a cada paciente, familiar, como a ellos mismos como personal de salud; se requirió contratar más gente, desde intendencia hasta personal médico, para cubrir las necesidades de la situación y demanda de los servicios.
Aunado a las adecuaciones y mayor contratación de personal, la compra de insumos aumentó considerablemente, con lo que los gastos del hospital crecieron enormemente.
Paradójicamente, también se incrementó el número de pacientes, porque mucha gente prefirió atenderse en hospitales particulares, como el Santa Elena, que ir a los públicos; ello debido al temor de ser contagiados.
Esto balanceó de alguna manera el incremento de los gastos con el aumento de trabajo. En el plano familiar cada miembro del hospital fue instruido para que replicara las medidas sanitarias implementadas en el hospital.
La ansiedad ha sido sin duda un factor común en cada persona, ella, al igual que sus compañeros jefes de áreas, tuvieron que asumir su liderazgo y mantener la calma, pese a el continuo estrés; para ello, un factor fundamental ha sido mantenerse en todo momento informados sobre cómo atender a pacientes con COVID, sobre las pruebas diagnósticas, etcétera, siempre de la mano de Salubridad y el gobierno estatal y federal.
Como madre de familia, con dos hijas, una estudiando posgrado y otra en nivel de secundaria, las ha tenido que cuidar y animarlas en estos momentos tan difíciles.
Así, revisa que mantengan en todo momento el protocolo de salud, y que cada una rinda positivamente en sus propios estudios; hace lo posible por sacarlas a pasear, aunque sea en auto, para cambiar la rutina de confinamiento.
Aconseja a la ciudadanía hacer conciencia de que este virus, como la influenza y tantos otros, llegó para quedarse, no es una moda pasajera, por lo cual debemos seguir las medidas de higiene en cada ámbito de nuestro diario vivir.
“El éxito para mantener controlada esta pandemia, aconseja, es que aquellas personas con alguna enfermedad como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal, VIH, obesidad; es decir, aquellas personas más vulnerables por enfermedades crónico-degenerativas, la mantengan controlada porque, desde su experiencia, este tipo de personas fue quien más ha requerido los servicios hospitalarios por COVID-19”, concluye.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund