Ysabel Cristina Hernández Carpintero nació en el estado de Nuevo León. A sus 21 años se encuentra cursando el Quinto Semestre de la Licenciatura en Enseñanza del Lenguaje y la Comunicación, en la Universidad de Montemorelos, en donde también se desempeña como instructora de grupos de ejercicio universitario.
Desde el semestre pasado, cuando inició la pandemia del COVID-19, se tuvo que mudar a la modalidad virtual para continuar con su formación universitaria, pero también le surgió una oportunidad de trabajo en Texas y, con la modalidad online aceptó ese trabajo en esa ciudad de la Unión Americana.
Desde Texas, Ysabel ha sido testigo del crecimiento de esta enfermedad en la zona fronteriza y de los efectos devastadores que ha dejado en ambos países. En la casa donde trabaja como educadora, los protocolos de bioseguridad son muy estrictos, porque el padre de familia es médico de emergencias en un Hospital COVID-19.
“Las medidas preventivas aquí donde trabajo son muy estrictas. Las niñas y toda la familia utilizamos cubrebocas todo el tiempo al interior de la casa y seguimos todas las medidas de sanidad”, expresa.
Comenta que su familia en Montemorelos, Nuevo León, también ha tomado las medidas necesarias para salir de un cuadro de contagio que presentaron, “y gracias a Dios todos fueron asintomáticos y actualmente ya presentan sus anticuerpos”.
Expresa que “la ansiedad ha sido un factor que en lo personal me ha pegado muy fuerte. La distancia no ayuda en nada, porque si algo llegara a pasar y yo no estoy allá, me resultaría terrible. Sin embargo, gracias a nuestras reuniones virtuales para darnos ánimo, las videollamadas y sobre todo los cultos vespertinos en mi casa, he sabido sobrellevar el peso de las emociones y no verme afectada en el ámbito académico”.
“Mi familia pasó por una situación fuerte al verse contagiados, no por los síntomas, sino por el miedo y la tristeza de verle separados. Poco a poco, al mirar que nadie sufrió de forma grave la enfermedad, sus mentes se fueron tranquilizando y también les ayudó mucho saberme lejos del problema y saludable”, indicó.
Ysabel Cristina Hernández Carpintero agradece la oportunidad de compartir su experiencia dentro del campo educativo “mientras atravesamos esta crisis mundial. Es agradable tener algo distinto a la rutina para hacer”.
Indica que para aportar a su desarrollo educativo, es que aceptó este trabajo como niñera educadora en los veranos “y este semestre, por la modalidad virtual, lo hice simultáneamente con mi trabajo de instructora y mis estudios académicos”.
“Es común que en la universidad nos enfrentemos a cambios climáticos un tanto extremos (frío repentino o tormentas con inundación) pero gracias a Dios hemos contado con los medios para no tener que salir de las casas o dormitorios, y con la suficiente comunicación con los docentes para cumplir las asignaciones correspondientes”.
“En general, he sabido equilibrar el tiempo de estudio y trabajo para seguir generando ingresos educativos y personales, así como mantener buenos promedios y aprendizajes logrados en mis estudios. Evidentemente ha sido difícil adaptarse a las pantallas, al cubrebocas en mi trabajo, pero en sí he logrado llevar ambos esfuerzos al máximo que puedo ofrecer”, expone.
Las recomendaciones de Ysabel
“Mi consejo ante la pandemia que actualmente enfrentamos sería primeramente buscar a Dios, y no me refiero a una denominación religiosa, sino buscarlo personalmente. El ser humano necesita volver la mirada a su Creador, y reconocer que no somos absolutamente nada en comparación, pero aun así, Él nos considera su todo”.
“En segundo lugar, recomendaría establecer un ‘plan de salida’. Con esto me refiero a cosas que nos ayuden a salir del momento de crisis (esos pequeños espacios oscuros del día), ya sea el ejercicio, tomar agua conscientemente y no solamente por sed, salir a caminar o sentarse a leer un libro, etcétera”.
“Finalmente, no desesperarse. Puede parecer muy obvio de decir, pero si un estudiante se encuentra queriendo ‘tirar la toalla’ de la escuela, o una persona en general no ve la salida de su frustración, además de reconocer el instante, necesita decirlo en voz alta”.
“Cuando nos escuchamos fuera de nuestra cabeza, el sentimiento se vuelve real. Si se quiere llorar, debe hacerse. No reprimir esos sentimientos es lo primero, pero no quedarse atascado es la tarea más importante. Darnos ánimo unos a otros y volver a nuestra sensibilidad humana sería la tercera recomendación. Estamos juntos en esto y, al menos en lo que yo creo, somos peregrinos en este mundo; aquí no nos quedaremos, Dios tiene el control”, concluye.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund