El director del Centro de Investigaciones Cerebrales (CICE) de la Universidad Veracruzana (UV), Jorge Manzo Denes, explicó que el aislamiento impuesto para evitar los contagios de coronavirus ha incrementado los niveles de estrés y ansiedad en los niños con autismo.

El científico, quien realiza investigaciones relacionadas con la neurobiología del autismo, señaló que estos niños son personas con hábitos muy arraigados, por lo que “sacarlos de su rutina de ir a la escuela, salir a caminar o ir a un parque para encerrarlos en casa, incrementa su ansiedad y estrés, y esto es algo que los está afectando mucho, a decir de los diferentes reportes que se leen en todo el mundo”.

“Algunos países han optado por hacer áreas al aire libre para que estos niños salgan un rato de su casa con seguridad y considero que cada madre o padre de familia está logrando hacer una estrategia para el manejo de su hijo con autismo”.

Refirió que España es uno de los países que inició la estrategia de que los menores edad con autismo salieran pero en espacios seguros para ellos, lo que permitió que disminuyeran los efectos negativos del aislamiento en casa. “Aquí en México se deberían seguir acciones similares por el bien de estos niños, aunque tendría que ser un proceso con una directriz gubernamental muy estricta”, apuntó.

El Doctor en Ciencias Fisiológicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comentó que la aparición del COVID-19 también tuvo muchas repercusiones en la comunidad científica, ya que se empezaron a cerrar las instituciones educativas. Mucho del trabajo que se hace en la ciencia es trabajo de comunidad en campo o en lugares cerrados como los laboratorios, así que el aislamiento social está teniendo un efecto negativo, al grado de que muchos de los materiales reactivos y proyectos en curso se tuvieron que desechar, dijo.

Consideró que la generación de nuevo conocimiento está en un proceso de pausa, con ello vemos que el efecto de la pandemia va a tener un impacto tóxico en el desarrollo de la ciencia local. “Sin embargo, estoy totalmente convencido de que, una vez que esta emergencia sanitaria concluya, tendremos nuevas ideas y estrategias para volver a retomar todo lo que en este momento está detenido”.

En el mundo, en países que tienen otras posibilidades de hacer ciencia y de enfrentar a la pandemia, la aparición del COVID-19 les impuso el reto de descubrir lo que actualmente estamos leyendo en el día a día, esto es, entender al virus, su manera de dispersión, su mecanismo de infección, su estructura molecular y, por tanto, crear diferentes estrategias para generar una vacuna o algún medicamento, añadió.

Ahora, especificó, vemos que estos avances han sido muy rápidos y sabemos que se ha progresado mucho en la exploración de diferentes fármacos para crear medicamentos y ya existen diferentes estrategias que van a llevar a la creación de alguna vacuna.

En ese sentido, refirió que uno de los investigadores del CICE, el doctor Gonzalo Aranda Abreu, ha propuesto junto con otros colaboradores el uso de la amantadina para tratar a pacientes infectados con coronavirus e incluso para prevenir el desarrollo de la enfermedad.

“La Amantadina es un medicamento de bajo costo que se utiliza en pacientes con el mal de Parkinson pero que es también antiviral. El tratamiento que proponen lo han utilizado en pacientes infectados que se han recuperado sin necesidad de utilizar ventiladores o de ser hospitalizados, por lo que concluyen que la amantadina parece ser segura y efectiva para tratar el COVID-19, además de preventiva para quienes pueden estar expuestos al virus”.

“Es una propuesta que hay para el sistema de salud de Veracruz y esperamos que nuestro gobierno dé la oportunidad al Doctor Aranda de mostrar su trabajo para el bien de la sociedad. Creo que necesitamos darle confianza a lo que se hace localmente”.

El miembro del Sistema Nacional de Investigadores aseguró que la ciencia es el único medio por el que vamos a salir de esta contingencia y, una vez que el problema se haya resuelto, entre todos debemos exigir a los gobernantes que se apoye con antelación a la comunidad científica, para que los brotes epidémicos como el que estamos viviendo no causen tantos daños a la salud y a la economía y puedan enfrentarse de una manera mucho más rápida y efectiva.

A la pregunta sobre qué habría que esperar de la curva de contagios mexicana y específicamente de la veracruzana, respondió que “en todo proceso biológico existe siempre una campana con el paso del tiempo. El proceso sube, alcanza un máximo y luego desciende; no tendría porque ser diferente en el país o en la entidad. Si vemos estas curvas de campana en otros países, así es como ha estado ocurriendo. Claro que esto es apoyado por las acciones de prevención que la comunidad en conjunto debe realizar, de lo contrario la subida hasta alcanzar el máximo puede tomar mucho tiempo”.

“En los países europeos vemos que esta campana tuvo una duración promedio de dos meses. Aquí en México ya rebasamos los dos meses y la curva de ascenso sigue todavía hacia arriba, no hemos podido llegar al máximo. Eso quizás se deba a la relajación de cuidados de la sociedad. Esperemos que en este mes de julio se alcance el máximo para que la curva de contagios empiece a disminuir”.

Manzo reflexionó que la contingencia por el COVID-19 vino a modificar múltiples estructuras de nuestra vida cotidiana. Cuando empezó a esparcirse por todo el mundo y finalmente se declaró pandemia, se promovieron los procedimientos para evitar que su efecto fuera severo, primero con cautela, porque se tenía muy poca información pero a medida que se fue conociendo más sobre el virus, las recomendaciones empezaron a ser mucho más precisas.

Ahora ya tenemos conocimientos que son clave, esto es, la puerta de salida y de entrada del virus es el triángulo que tenemos en la cara, formado por nuestros ojos, nariz y boca. Si queremos evitar su propagación o infectarnos, debemos cubrirnos la boca y los ojos: usar cubrebocas, caretas y lentes, recordó.

Considerando que el contacto que tenemos con el ambiente es con nuestras manos, que las podemos contaminar al ponerlas en superficies infectadas y que las llevamos a la cara unas 20 veces por minuto, a veces de manera inconsciente, lo ideal es que nuestras manos estén libres del virus, por ello se recomienda el lavado con agua y jabón, especificó. Y si a ello le sumamos el aislamiento social, el quedarse en casa, entonces las probabilidades de toparnos con el virus son muy bajas.

“Pero el quedarse en casa, como una de las primeras estrategias, no es igual para todos los grupos sociales y aquí es donde el problema se empezó a vivir de diferente manera. Hay grupos de personas capaces de seguir el procedimiento del aislamiento social pero otros grupos no, su economía no se los permite”.

Además, aseveró, el problema no es que haya personas deban salir a trabajar, el problema es que no se ha terminado de hacer conciencia de que hay que cubrir nuestra cara y lavar nuestras manos y aún hoy en día vemos personas que por alguna razón salen con la cara expuesta o que siguen teniendo reuniones sociales, convirtiéndose en sujetos en riesgo. “Tan es así que nuestra curva de contagios sigue en ascenso”.

“Lo anterior permite concluir que, a pesar de toda la difusión que se ha hecho sobre los cuidados, el problema se vive bajo dos visiones, la del cuidado extremo y la del descuido y este descuido es el que ha evitado disminuir el número de contagios y de muertes”.

El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias dijo que es seguro que esta contingencia va a pasar tarde o temprano, como ya lo estamos empezando a ver en otros países cuya máxima turbulencia ya concluyó hace algunas semanas. “Ahora tenemos que empezar a ver efectivamente cómo va a ser el regreso a la nueva normalidad, considerando que el virus va a estar siempre presente, ya llegó y no se va a ir”.

En ese sentido, comentó que hay que continuar como ahora: quedarse en casa si es posible, salir guardando sana distancia y con un buen sistema de protección de nuestra cara y realizar continuamente el lavado de manos.

“Una vez que nos adaptemos a este estilo de vida, considero que podremos retornar a nuestras actividades cotidianas. Por otro lado, la ciencia seguirá avanzando y en algún momento llegará a crear medicamentos efectivos o alguna vacuna, entonces volveremos otra vez al estilo de vida que teníamos antes de la pandemia”.

Finalmente, señaló que este no es el fin del camino, “lo que tenemos que hacer ahora es pensar cuál fue el origen de esta pandemia y evitar volver a repetir ese error. Sabemos que todo inició por la mala relación que hemos mantenido con especies animales y vegetales con las que compartimos este planeta, algo que debemos mejorar si queremos prevenir otra contingencia como esta en el futuro”.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund/