Es necesario garantizar la disponibilidad del agua en cantidad y calidad suficiente para la higiene y otros usos esenciales, porque es un prerrequisito para el lavado de manos, mismo que ha sido señalado en reiteradas ocasiones por las autoridades de salud como una de las medidas básicas para evitar el contagio por el virus SARS-COV-2, indicó la investigadora de la Dirección General de Análisis Legislativo del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, Itzkuauhtli Zamora Saenz.
En el documento El cuidado del agua en entornos urbanos durante la pandemia de Covid-19, publicado en Temas de la Agenda 17 por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, explicó que “la pandemia ha mostrado la desigualdad estructural en el acceso al agua y al saneamiento, de manera que los efectos del COVID-19 han sido más fuertes en la población en situación de pobreza”.
“En Latinoamérica y el Caribe más de 65 millones de personas han enfrentado esta emergencia sanitaria sin acceso al agua y al jabón. Esta población se ubica principalmente en zonas rurales, así como en asentamientos irregulares y zonas urbanas carentes de servicios básicos”.
Para la especialista, es fundamental garantizar el acercamiento de estas personas al recurso hídrico, así como al saneamiento, ya que no solamente están relacionados con la prevención del COVID-19, sino también de otras enfermedades infecciosas que todavía siguen aquejando a gran parte de la población mundial en situación de pobreza, como la diarrea, el cólera, la fiebre tifoidea, el tracoma y diferentes afecciones parasitarias.
“Buscar el acceso universal al agua y saneamiento es un pilar de cualquier estrategia de salud pública. En el caso del vital líquido, dicha política debe ir acompañada de un enfoque que promueva el uso sostenible para su cuidado y manejo responsable. En ese sentido, destaca la obligación que tienen las autoridades de gobierno para arreglar las fugas y mejorar la operación de toda la infraestructura hidráulica”.
Refirió que estas acciones se han definido como esenciales durante la emergencia sanitaria, debido al incremento en el consumo del recurso hídrico en los hogares, derivado del llamado a tener un frecuente lavado de manos para prevenir el contagio. “No obstante, el funcionamiento eficiente y sostenible de los sistemas de distribución debe ser una acción permanente en el manejo del agua”.
En su investigación, Itzkuauhtli Zamora retomó los resultados de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG, 2019), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en los que se señala que solamente el 56% de la población usuaria del servicio de agua potable que reside en zonas urbanas con más de 100 mil habitantes estaÌ muy satisfecha o satisfecha con el servicio en su ciudad.
Cabe mencionar que en el estado Veracruz esta cifra todavía se encuentra ligeramente por debajo de la media nacional, con un 53.2% de entrevistados que valoraron la potabilidad, frecuencia de suministro, no desperdicio de agua y la calidad del servicio, por mencionar algunas variables. Con lo cual, nuestros gobiernos todavía tienen un amplio rango para implementar programas que permitan mejorar este servicio.
Paralelamente, la investigadora consideró que se requieren acciones que promuevan una nueva cultura del agua entre la población, para fomentar su cuidado y uso sostenible. “Es importante que las personas conozcan el origen y la calidad del agua que llega a la vivienda, ya que podrían estar en posibilidad de valorar la fuente de la cual recibe el suministro, y reconocer las problemáticas que implican llevar el recurso hasta su casa. Si las personas saben de dónde viene el agua, podría crearse un mayor sentido de apropiación de la fuente y un sentido de corresponsabilidad en su cuidado”.
“Para implementar esta sensibilización se requiere no solamente de un trabajo de comunicación sostenido por parte de las autoridades, también es importante que se pongan a disposición de cualquier persona interesada datos abiertos sobre la calidad y origen de las fuentes de agua potable”.
Consideró que mejorar la calidad de la información disponible sobre el sistema hídrico de una ciudad y socializar este conocimiento conlleva el reconocer la situación de otras personas para las que el acceso al agua no es un derecho consumado, porque se carece total o parcialmente del servicio, lo que en esta pandemia ha significado mayores probabilidades de contagio y, por consecuencia, lamentables pérdidas de vidas humanas.
La crisis sanitaria y económica derivada del COVID-19 ha sacado a la luz problemas estructurales de una sociedad que se caracteriza por una fuerte desigualdad, de manera que la población en situación de pobreza o que carece de un suministro hídrico seguro en su vivienda estaÌ en condiciones más adversas para enfrentar los diferentes problemas que se han generado con la pandemia. Este contexto representa el punto de partida en el cual se pueden plantear reflexiones orientadas al cuidado y uso responsable del agua, aseveró.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund