De acuerdo con el Informe de política: Las repercusiones de la COVID-19 en las mujeres y las niñas, elaborado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), la emergencia sanitaria hace peligrar los logros alcanzados en materia de igualdad de género en los últimos decenios y profundiza las desigualdades que ya existían, poniendo en evidencia las vulnerabilidades de los sistemas social, político y económico, que, a su vez, amplifican las repercusiones de la pandemia.

En el caso de las mujeres y las niñas, las repercusiones de esta nueva enfermedad se ven exacerbadas en todas las esferas, sencillamente a causa del sexo. Por ejemplo, “sufren, en especial, repercusiones económicas más graves, ya que por lo general ganan menos, ahorran menos y tienen puestos de trabajo vulnerables o viven prácticamente en la pobreza. La brecha de género en la participación en la fuerza de trabajo entre las personas del grupo de edad ‘más productivo’ (25 a 54 años) se ha estancado en los últimos 20 años en 31 puntos porcentuales a nivel mundial”.

Si bien las estadísticas indican que mueren más hombres que mujeres por COVID-19, la salud de las mujeres en general se ve afectada negativamente por la reasignación de recursos y el cambio de prioridades, incluso en los servicios de salud sexual y reproductiva.

Asimismo, ha aumentado el trabajo de cuidados no remunerado, ya que los niños no van a la escuela y las personas mayores necesitan más cuidados, pero los servicios de salud no dan abasto. En este ámbito ya existía una importante brecha, de forma habitual se registra las mujeres realizan en promedio el triple del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, y esto se ha exacerbado con la contingencia.

“Como la pandemia de COVID-19 profundiza la tensión económica y social y, a la vez, se han dictado medidas de restricción de la circulación y aislamiento social, la violencia de género está aumentando exponencialmente. Muchas mujeres se ven obligadas a confinarse en su casa con su abusador justo cuando se interrumpen o se tornan inaccesibles los servicios de apoyo a las supervivientes”.

De acuerdo con el informe de la ONU, se ha registrado un aumento de la violencia contra las mujeres en todo el mundo. En muchos países que cuentan con mecanismos se observan incrementos de más del 25% y en algunos los casos denunciados han llegado hasta a duplicarse.

Los especialistas internacionales considera que las repercusiones anteriores se amplifican aún más en contextos de fragilidad, conflicto y emergencias, en los que la cohesión social ya está agrietada y la capacidad y los servicios institucionales son limitados.

Se refiere que la enfermedad generada por el virus SARS-CoV-2 no sólo plantea un reto para los sistemas de salud del mundo, sino que también pone a prueba nuestro espíritu humano. “La recuperación debe tener por resultado un mundo más equitativo y más resiliente a futuras crisis”.

“En muchos países se han aprobado paquetes de estímulo fiscal y medidas de emergencia para subsanar las lagunas de salud pública y mitigar así las repercusiones de la COVID-191. Es fundamental que, para conseguir los efectos necesarios, todas las respuestas nacionales den un lugar central a las mujeres y las niñas: su inclusión, su representación, sus derechos, su posición social y económica, su condición de iguales y su protección. No se trata solamente de rectificar las desigualdades de siempre, sino también de construir un mundo más justo y resiliente, en pro de las mujeres y las niñas, pero también de los niños y los hombres”.

La ONU reconoce que Las mujeres son las más afectadas por esta pandemia, pero también el pilar de la recuperación en las comunidades, por lo que se sugiere que todas las respuestas en forma de política reconozcan esta realidad, para que tengan, por consiguiente, un mayor efecto.

En ese sentido, se destacan tres prioridades transversales:

La primera, garantizar la igualdad de representación de las mujeres en toda la planificación de la respuesta a la enfermedad y la toma de decisiones al respecto. Los datos recabados demuestran que las políticas sobre las cuales no se consulta a las mujeres o que no las incluyen en la toma de decisiones son menos eficaces e incluso pueden causar daño. Además de cada mujer por separado, deben estar representadas y recibir apoyo las organizaciones de mujeres, que suelen estar en la primera línea de la respuesta en las comunidades.

La segunda, impulsar un cambio transformativo en pro de la igualdad abordando la economía del cuidado, remunerada y no remunerada. “En la economía formal, los trabajos de cuidados, desde la docencia hasta la enfermería, están mal remunerados en relación con otros sectores. En el hogar, son las mujeres quienes hacen la mayor parte del trabajo de cuidados, no remunerado e invisible. Ambos son fundamentales para la vida cotidiana y la economía, pero no sólo se apoyan en normas y desigualdades de género, sino que también las afianzan”.

La tercera prioridad involucra centrarse en las mujeres y las niñas en los esfuerzos por hacer frente a las repercusiones socioeconómicas de la pandemia. Es importante encarar deliberadamente desde la óptica del género el diseño de los paquetes de estímulo fiscal y los programas de asistencia social, para aumentar la igualdad, las oportunidades y la protección social.

“Si se da a las mujeres y a las niñas un lugar central en las economías, fundamentalmente los resultados de desarrollo serán mejores y más sostenibles para todos, habrá́ una recuperación más rápida y volveremos a estar en condiciones de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible”, concluyen los especialistas.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund