En la etapa posterior a la pandemia del COVID-19, la inversión extranjera directa (IED) será clave para que los países de América Latina y el Caribe puedan regresar a una senda de crecimiento sostenible, aseguran Pablo M. Garcia, director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Universidad de Buenos Aires.

En el documento elaborado para el BID denominado “”La Inversión Extranjera Directa. Definiciones, determinantes, impactos y políticas públicas”, explican que este tipo de transacciones van a ser determinantes después de que finalice la emergencia sanitaria, en especial en un escenario de potencial relocalización de las cadenas globales de valor.

El estudio recuerda que usualmente los flujos de inversión extranjera directa son vistos como un motor que tiene el potencial de impulsar el crecimiento de los países receptores, así como de crear empleos, contribuir a diversificar las exportaciones y a transformar la estructura productiva.

Si bien durante los últimos años se ha venido produciendo una sistemática desaceleración de la inversión extranjera directa global a partir de la crisis de 2008, las corrientes de inversión internacionales siguen siendo elevadas en la comparación histórica si se las mide por la relación entre flujos de inversión y tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) global, refiere.

“En el caso de América Latina, se ha observado un comportamiento similar y destaca la estabilidad de la participación de la región en la inversión extranjera directa global en las últimas décadas pero sin duda la actual crisis desatada por el COVID-19 pone una nota de cautela sobre su evolución en los años venideros. En su último World Investment Report, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima una caída del 40% en los flujos de IED para 2020 y una nueva baja de entre 5 y 10% para 2021”.

Derivado de lo anterior, el informe realizado por Pablo M. García y Andrés López considera que es necesario que los gobiernos de la región comiencen a repensar tanto los modos como los objetivos de las políticas de promoción, en un contexto donde probablemente se refuerce la competencia por atraer y retener inversiones a nivel global.

En ese sentido, se recuerda que existen varios instrumentos para la atracción y promoción de inversiones, como el adecuar normas y regulaciones, proporcionar incentivos fiscales y financieros o utilizar agencias de promoción de inversionistas.

Las medidas de apoyo que apuntan a la atracción de talentos y creación de capacidades, así como a la inversión en innovación, desarrollo, creación de clústeres y competitividad, también pueden ser relevantes para impulsar este tipo de inversión, en especial para aquellas empresas orientadas a la exportación y eficiencia, además de que generan atributos clave para la captación de inversión extranjera de calidad, puntualiza.

“Entender cuáles son los motivos que inducen a una empresa a decidir llevar adelante parte de sus actividades productivas en un tercer país resulta un factor clave al momento de diseñar políticas públicas para atraer estos recursos y potenciar su impacto en las economías receptoras”, asevera.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund