El Director Regional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, explicó que en materia de empleo la región se encuentra en “una especie de terapia intensiva” derivada de la pandemia por COVID-19, y a los países les será muy difícil recuperarse de esta situación.

Durante la presentación de la edición N⁰ 23 del informe Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. La dinámica laboral en una crisis de características inéditas: desafíos de política, elaborado por la OIT y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), dijo que las consecuencias económicas de esta contingencia han afectado fuertemente a los jóvenes entre 15 y 24 años, impactando particularmente a los que se incorporan al empleo por primera vez. La caída del empleo para este sector poblacional fue de -7.8 puntos porcentuales en el segundo trimestre de 2020 con respecto al mismo periodo de 2019, mientras que para los mayores de 25 años fue de -7.3 puntos porcentuales.

Por su parte, la Secretaria Ejecutiva de CEPAL, Alicia Bárcena, explicó que el informe considera que el retorno al nivel de actividad económica pre-pandemia tomará varios años, lo que se traducirá en una lenta recuperación del empleo. De esta forma, el escenario más optimista indica que en el 2023 se alcanzaría el nivel del producto Interno Bruto (PIB) que existía en 2019; de mantenerse la tasa promedio mostrada en la última década (1.8%), sería en 2025, y con la tasa promedio registrada en el último sexenio (0.4%) no se alcanzaría en la próxima década.

Ante este panorama, consideró que es necesario que los gobiernos promuevan una política fiscal expansiva de transferencia de ingresos y la inversión expansiva en empleo, con enfoque de sostenibilidad ambiental; proporcionen financiamiento y liquidez a micro, pequeñas y medianas empresas, con plazos más largos y costos más bajos, y propicien la regulación y uso sostenible de los recursos naturales con políticas proempleo y medidas ambientales que incluyan el fomento a las energías renovables y eliminar el subsidio a los combustibles fósiles.

El documento denominado Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe considera que la pandemia asestó un golpe sin precedentes a las economías y los mercados laborales de esta zona. La paralización de las actividades y restricción de la movilidad de las personas provocará la peor contracción del PIB de la región de la historia (estimada en 9.1% en 2020), misma que ya ha tenido y todavía tendrá profundas consecuencias laborales y sociales.

“En todos los países se registró una marcada reducción de la tasa de ocupación que, para el conjunto de los países con información disponible, alcanzó 10 puntos porcentuales. Se estima que los mayores efectos se sintieron en el segundo trimestre del año con una pérdida de aproximadamente 47 millones de empleos en el conjunto de la región con respecto al año anterior”.

Además de esta importante caída del empleo, expone, muchas de las personas que conservaron su trabajo han sufrido una merma de sus ingresos, ya sea por acuerdos con el empleador o por la reducción de las horas trabajadas. Esto ha hecho que caigan considerablemente los recursos disponibles de muchos hogares, lo que ha deteriorado su calidad de vida y ha hecho que algunas familias tengan mayores deudas, lo que ralentizará la reactivación económica a causa de la debilidad de la demanda de consumo.

Para los expertos de la CEPAL y OIT, ni siquiera la reducción masiva de la tasa de ocupación capta del todo la pérdida de trabajo causada por la crisis y varios indicadores reflejan una contracción aún mayor del empleo. En ese sentido, en la mayoría de los países, la proporción más alta de trabajadores ausentes se registró en abril de 2020. Por ejemplo, en México, el 21.9% de los ocupados registrados ese mes se encontraba temporalmente ausente con un vínculo laboral (en comparación con el 1.7% en marzo) y el 36.6% de esos trabajadores declaró que el motivo de la ausencia fue “suspensión o cuarentena por COVID-19”.

A su vez, en nuestro país la proporción de ocupados presentes que trabajaban menos de 15 horas por semana aumentó del 6.2% en marzo al 13.9% el mes siguiente, y las personas que trabajaban entre 15 y 34 horas aumentó del 16.9 al 23.8%. En relación con ello, la subocupación por horas creció del 8.5% en el primer trimestre al 25.5% en el segundo.

En definitiva, el aumento de los trabajadores ausentes indica que la cantidad de personas que efectivamente estaban trabajando era mucho menor que la expresada por la tasa de ocupación. Mientras que la reducción de las horas efectivas trabajadas revela que muchos de los ocupados presentes no estaban realizando sus actividades a pleno potencial.

El escrito también explica que se registra una marcada contracción del trabajo por cuenta propia, la cual se relaciona con la fuerte reducción del número de personas que trabajan de manera no remunerada, generalmente en una actividad económica familiar. Las restricciones impuestas también afectaron a las empresas que contratan trabajadores asalariados, como evidencia la importante disminución del número de empleadores. La pérdida de empleo asalariado se concentró en el sector privado, mientras el empleo público disminuyó levemente o, en algunos países como México, incluso registró una expansión interanual.

“Al analizar la evolución del empleo por rama de actividad se constata, en primer lugar, que las actividades más afectadas en el segundo trimestre de 2020 fueron el servicio doméstico, y el sector de restaurantes y hoteles. Otras actividades que sufrieron importantes contracciones fueron el comercio, la construcción, la minería y ‘otros servicios’, sectores muy intensivos en mano de obra”.

Para los expertos, el impacto más evidente de la pandemia ha sido la reducción de la producción y las ventas, así como el cierre temporal de las empresas. En nuestro país, el 59,6% de las empresas entrevistadas se declaraba en paro técnico o cierre temporal en mayo, y casi la totalidad de las empresas registró al menos un tipo de consecuencia debido a la contingencia sanitaria por el COVID-19: disminución de los ingresos, reducción de la demanda o la escasez de insumos y productos.

“Muchas de las empresas que cerraron sus actividades o las disminuyeron sustancialmente se vieron obligadas a reducir el personal. En México, el 15.4% implementó un recorte de personal, proporción que aumenta al 22.3% en el caso de las grandes empresas”.

A su vez, indican, muchas empresas que redujeron su nivel de actividad optaron por medidas alternativas para mantener la relación laboral con sus trabajadores, como el anticipo de vacaciones y la disminución de salarios u horas trabajadas. Asimismo, la aplicación del trabajo a distancia permitió continuar las actividades en algunas empresas.

El informe también toma en cuenta el impacto de las medidas de contención que se han implementado, principalmente por parte de los gobiernos, para ayudar al sector privado a enfrentar la crisis. En ese sentido, a diferencia de otros países de América Latina, las empresas mexicanas evidenciaron que en abril solo el 7.8% de obtuvo algún tipo de apoyo, mientras el resto no recibió ayuda de ningún tipo.

“La mayor parte del apoyo que obtuvieron las empresas de México ─en particular las microempresas─ proviene del Gobierno (a nivel federal, estatal o municipal). En relación con el tipo de apoyo que más recibieron, se mencionan las transferencias en efectivo, el aplazamiento del pago de créditos y el acceso a créditos nuevos”.

Asimismo, los datos de nuestro país indican que el repunte de la tasa de ocupación se centra en el retorno al trabajo de trabajadores más precarios y que, entre abril y junio, la proporción de trabajadores por cuenta propia en el empleo y la informalidad laboral aumentaron del 17,9% al 20,4% y del 47,7% al 53,0%, respectivamente.

Para la OIT y la CEPAL, la recuperación del empleo se verá enlentecida por la incertidumbre que se mantendrá́ en el contexto de la crisis sanitaria, por lo menos hasta que se disponga de vacunas efectivas y se difunda ampliamente su aplicación.

“Más que a las empresas existentes, la incertidumbre afectaría la creación de nuevas empresas, que suelen representar una proporción significativa de los nuevos empleos. También es probable que muchas empresas —sobre todo las de menor tamaño, que sufrieron pérdidas considerables durante los meses de mayores restricciones— no puedan recuperarse completamente con la reactivación gradual de las economías de la región”.

“De acuerdo con estimaciones de la CEPAL, 2,7 millones de empresas de la región cerrarían como consecuencia de la crisis sanitaria, lo que supondría la pérdida definitiva de los empleos correspondientes. En consecuencia, la reactivación de los mercados laborales de la región será lenta y se necesitará mucho tiempo para que los principales indicadores laborales regresen a los niveles previos a la crisis sanitaria y más tiempo aun para poder cumplir con las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, concluyen.

Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fund https://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund