En su nota técnica México y la crisis de la COVID-19 en el mundo del trabajo: respuestas y desafíos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que nuestro país podría alcanzar una tasa del 11.7% de desempleo de la Población Económicamente Activa (PEA) para el final del año, lo que equivaldría a aproximadamente 6 millones de personas. “El recuento final de las pérdidas anuales de puestos de trabajo en 2020 dependerá fundamentalmente de la evolución de la pandemia y de las medidas que se adopten para mitigar sus repercusiones”.

Además, más de 24 millones de trabajadores, es decir el 44% de la población ocupada en México, se enfrentan al riesgo de sufrir afectaciones por la presente crisis como reducción de horas o salarios. En algunos sectores, se superpone con vulnerabilidad de informalidad e ingreso bajo.

De acuerdo con la OIT, los sectores que tienen mayor riesgo de sufrir afectaciones son las actividades de alojamiento y de servicio de comidas, industrias manufactureras, actividades inmobiliarias, actividades administrativas y comerciales, el comercio al por menor y al por mayor, y la reparación de vehículos de motor y motocicletas.

“El virus y la consiguiente crisis económica repercuten adversamente en el mundo del trabajo en tres aspectos fundamentales: la cantidad de empleo (tanto en materia de ocupación, desempleo como de subempleo); la calidad del trabajo (con respecto a los salarios y el acceso a protección social), y los efectos en los grupos específicos más vulnerables frente a las consecuencias adversas en el mercado laboral”.

En el informe coordinado por Noémie Feix se explica que en los primeros meses de la pandemia se observó una salida masiva de personas de la fuerza laboral y la pérdida de millones de empleos formales e informales. La tasa de desempleo subió a 5.5% en junio 2020 y podría incrementarse a más del doble.

De igual forma, con la contingencia creció la subutilización de la fuerza laboral, representada por un incremento sin precedentes de la tasa de subocupación. En ese sentido, casi el 30% de los trabajadores se vieron afectados en mayo y, a partir de junio, las personas están ocupadas más horas y la tasa de subocupación bajó al 17.01% en agosto.

La pandemia también afectó a la tasa de informalidad, que se redujo entre marzo y abril de este año 8 puntos porcentuales, del 55.7% al 47.7%, pero el aumento de la formalidad fue un ajuste transitorio de la crisis y fue consecuencia de la abrupta pérdida de 10.4 millones de puestos informales.

“A partir de agosto esta tasa se ha colocado en niveles semejantes a los previos a la pandemia y es posible que a final de año supere los niveles previos a la pandemia a causa de un traslado de personas trabajadoras hacia la informalidad”, advierten.

Por otra parte, el país experimentó una caída de empleos formales, considerando que, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se han perdido 1,117,584 de empleos formales entre marzo y julio, mientras que en agosto de este año se recuperaron 92,390 empleos formales. “Sin embargo, es importante notar en cinco meses se han destruido más empleos formales que todo el empleo formal creado en 2019, lo que da indicios que la reactivación y la recuperación de estos empleos no se hará de forma rápida”.

El documento que forma parte de la serie Panorama laboral en tiempos de la COVID-19 indica que las categorías que fueron más afectados por la caída en los puestos de trabajo son los trabajadores por cuenta propia y los asalariados.

“El volumen de asalariados bajó drásticamente entre marzo y abril, siguió una tendencia similar en mayo, en junio esta categoría de trabajadores ascendió nuevamente. A finales de mayo se declaró el fin de la emergencia sanitaria y se dio la reapertura de varias categorías de negocios lo que dejaría pensar que algunos asalariados sólo fueron suspendidos temporalmente durante la emergencia. La tendencia es similar para los trabajadores por cuenta propia, lo cual se podría atribuir a las mismas circunstancias de reapertura progresiva de negocios”.

A su vez, el informe señala que la crisis tuvo un impacto en el nivel salarial de los ocupados. En abril, provocó que se incrementara el porcentaje de trabajadores que ganan hasta dos salarios mínimos (+8.5 puntos porcentuales) y disminuyera el de aquellos con ingresos superiores a dos salarios mínimos (-4.21 puntos porcentuales). En julio la tendencia parecía ser más favorable con un decremento en las dos categorías más bajas de salario (-4 puntos porcentuales en comparación con junio) y un ligero aumento en las categorías superiores a más de 2 salarios mínimos (+2 puntos porcentuales). No obstante, en agosto se observa un nuevo repunte en los trabajadores de hasta un salario mínimo.

“Otro dato a tomar en cuenta es el crecimiento sostenido de la categoría de trabajadores que no reciben ingresos por su trabajo desde el inicio de la crisis económica, lo cual perjudica directamente sus derechos laborales”.

Otro de los puntos que observa el escrito de la OIT es que la pandemia agudizó condiciones propias de la estructura social, particularmente la división sexual del trabajo, las cuales obstaculizan la participación de las mujeres en el mercado laboral en la misma medida que los hombres.

Se puede observar que las mujeres tienen una participación laboral mayor en sectores de riesgo bajo como lo es en educación y en salud, sin embargo, analizando la participación total de las mujeres por sector de actividad, más de 11 millones de empleadas laboran en sectores con un riesgo muy alto de contracción económica, lo cual implica que el 53% de la fuerza de trabajo femenina en México puede tener afectaciones como reducción de horas o salarios, puntualiza.

El organismo internacional documentó además las medidas que se han tomado para mitigar el impacto de la pandemia en el país, por ejemplo subsidio extraordinario por desempleo en ciertos estados o microcréditos para empresas. Sin embargo, esta crisis económica no se compara las anteriores y se sugiere el fortalecimiento de medidas dirigidas hacia grupos más vulnerables en el mercado laboral, mujeres, jóvenes, trabajadores por cuenta propia, entre otros, para que no tenga efectos sobre pobreza laboral en el mediano y largo plazo.

En ese sentido, define cuatro pilares de protección al empleo y a la empresa para mitigar los efectos negativos de la pandemia: Proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo; estimular la economía y el empleo; apoyar a las empresas, el empleo y los ingresos, y fomentar el dialogo social.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund