La ingeniera civil Leticia Corrales señaló que las pandemias han sido ejes estructurales de las transformaciones urbanas, constructivas y arquitectónicas en el mundo, por lo que es necesario pensar en la transformación después del COVID-19.
En el webinar de Aceleración Tridente denominado “Habitar en Pandemia”, explicó que no es la primera vez que las ciudades, que los humanos, que la arquitectura y la construcción se ven transformados por una pandemia, pero sí es la primera vez que muchos de nosotros experimentamos el total aislamiento y que además tenemos la oportunidad de documentarlo.
Dijo que la arquitectura ha sido ese testigo silencioso de todo lo que ha pasado, desde que el ser humano descubre la arquitectura monolítica, se quedan ahí los edificios y todas estas construcciones que nos han contado poco a poco las historias que hemos vivido a través de la historia de los seres humanos.
Expresó que muchos de nosotros hemos perdido familiares a causa del COVID-19, sin embargo “creo que también dentro de todo siempre tiene que haber un aprendizaje y ese es principalmente lo que quiero compartirles: cómo las pandemias nos han transformado y nos han dado lecciones y nos han dejado legados de los que deberíamos estar muy agradecidos”.
“Habitar es un arte, no solamente es recibir. Habitar es convertir el lugar en donde estamos espacialmente en un hogar y para poder habitar adecuadamente tiene que haber ciertas condiciones que nos permitan tener una vida saludable física y mentalmente”.
Señaló que las pandemias han sido ejes estructurales de transformaciones urbanas, constructivas y arquitectónicas, pues no es la primera vez que los seres humanos vivimos una peste, “muchos han escuchado de la peste negra que apareció entre 1347 y 1351, cobrando la vida de casi la mitad de la población de Europa”.
Recordó que los primeros síntomas de la enfermedad aparecían entre los 16 y 23 días después del contagio y la muerte se producía después de 3 a 5 días. Le decían la peste negra porque tenía una variante que infecta la sangre a la peste septicémica, la cual hacía aparecer manchas negras en la piel.
Señaló que si lo comparamos con la pandemia del COVID que estamos viviendo actualmente, en la peste negra lo más seguro para las personas era mantenerse en las ciudades, porque si vivían en una zona rural la peste negra se transmite a través de roedores y en las ciudades los roedores tenían más víctimas a quién morder, por lo cual, mientras más gente había alrededor más seguro estabas; así, añade, gracias a la peste negra tenemos los perfumes en el mundo, ya que surge la necesidad de oler a otra cosa que no fuera enfermedad.
Después llegó a Londres el cólera y el gran hedor. Londres tenía diseñado un sistema que capta el agua de lluvia durante los siglos XVIII y XIX en donde había baños colectivos que tenían sus fosas sépticas. Pero la explotación demográfica fue tanta que ya no se daban abasto, por lo cual surge la necesidad de inventar los retretes privados y se convierte en un negocio porque no había un sistema de drenaje y con eso se daba trabajo a unas personas llamadas “caballeros de la noche”, que eran quienes pasaban a las casas a recoger los desechos. Pero como las fosas sépticas ya se encontraba rebasadas los desechos humanos iban a parar a la calle convirtiendo la ciudad en un foco de infección. Entonces aparece el cólera en 1831-1832 cobrando la vida de 6 mil habitantes de la ciudad y en el 48-49 se lleva la vida de 14 mil personas, y el tercer brote se lleva la vida de 10 mil personas solamente en Inglaterra. Entonces la gente creía que el virus estaba en el aire.
Expresó que las pandemias obligaron a las grandes ciudades a reestructurar su traza urbana a una más reticular, favoreciendo el sistema de drenaje. La peste negra impulsó la transformación de los hospitales en lugares de tratamiento y también fomentó la aparición de los perfumes.
Además trajeron también otra tendencia como el adoquinado de las calles y la colocación de baldosas y azulejos en las viviendas, asimismo otros materiales como el cobre y el acero entraron en escena debido a la necesidad de mantener la higiene.
En Barcelona, expresó, que después de que vieron lo que había pasado con Inglaterra, se dieron cuenta que habitaban 187 mil personas en 2 kilómetros cuadrados, por lo cual el ingeniero Idelfonso Cerdá fue el encargado de la reinvención de la ciudad, quien calculó la cantidad de aire que una persona necesitaba para respirar correctamente por lo que ensanchó las calles y trazó la nueva ciudad.
Recordó que en París también se tuvo una experiencia con la peste blanca o tuberculosis, una ciudad que también tuvo que renovarse porque cobró la vida de 12 millones de personas en los 5 continentes por lo cual incorporó grandes parques y jardines a su estructura urbana, ya que se creía que esta enfermedad se curaba con sol y aire libre.
Señaló que la tuberculosis hizo aparecer el movimiento moderno, siendo Le Corbusier uno de los grandes arquitectos del siglo XX, quién soñaba con un París tubercular, es decir, una ciudad en la que cada hogar fuese un oasis de higiene, pulcritud y luminosidad.
Leticia Corrales recordó que la pandemia no sólo marcó la arquitectura de Le Corbusier, también lo haría con Alvar Aalto, Walter Gropius y Mles Van der Rohe.
Además dijo que el legado de la pandemia no solo quedó en arquitectura, también en diseño industrial, utilizándose materiales más higiénicos y sanitizables en el diseño de interiores.
Actualmente México es considerado entre las ciudades más grandes del planeta, por lo cual durante la pandemia por COVID-19 de nueva cuenta ha venido a cambiar todo y la arquitectura es otra vez la protagonista de la historia.
“Regresamos a nuestros hogares después de haber vivido en la ciudad-dormitorio ya que nunca estábamos en nuestras casas porque la ciudad nos daba luz, aire, agua, diversión, trabajo. De repente nos lo quitan y nos damos cuenta que estamos viviendo en una minimización de la vivienda observando que no contamos con condiciones dignas, que tenemos una mala calidad de iluminación y ventilación, así como aislamiento”.
Expresó que en México vivimos con viviendas rurales e interurbanas, en 2019 el país contaba con 3.7 habitantes por vivienda, cuando en 1995 eran 4.7 y el 10 por ciento de la población del país, no cuenta con acceso a agua potable.
El 60 por ciento de las viviendas en México son irregulares, en 2020 ha caído 7 por ciento la industria de la construcción, 41 por ciento de las obras han sufrido algún rezago ocasionando la pérdida de 340 mil empleos ya que 3 mil empresas constructoras han tenido que cerrar según datos de la CMIC.
Señaló que el confinamiento debido a la crisis sanitaria ha revalorizado la vivienda como un derecho humano fundamental, ya sea individual o colectivamente, se debe contar con un espacio al aire libre, patio o balcón.
Dijo que se tiene que pensar en la vivienda después de la pandemia, ya que el hogar se ha convertido en oficina, gimnasio, escuela, espacio de reflexión y familiar, por ello debemos contar con espacios flexibles.
Señaló que debemos redimensionar los espacios en las viviendas, ya que en México contamos con departamentos que cuentan con 40 m2 aproximadamente de área útil, la vivienda social con 48 m2 en promedio, espacios que no pueden seguir siendo espacios mínimos además deben de contar con ventilación natural y cruzada.
También dijo que es importante que las viviendas sean mejor iluminadas y que de preferencia sea iluminación natural y espacio abierto, ya que las personas que invierten en bienes inmobiliarios pagan un 15 por ciento más por tener un espacio abierto.
Expresó que es importante que se piense en la utilización de materiales antibacteriales como el cobre, plata, dióxido de titanio para botoneras y barandales, utilizando tecnología de cero contacto y fachadas ventiladas, así como materiales que permitan respirar.
Dijo que también se necesita que las viviendas cuenten con independencia energética, con la integración de jardines verticales hidropónicos, así como en el diseño urbano y el transporte público y privado privilegiando espacios peatonales y transporte alterno, así como el incremento de espacios comunes diseñados a partir del principio de “sana distancia”.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund