La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que después de la bajada del 7.8% en la inversión extranjera directa (IED) presentada durante 2019, derivado de la crisis económica generada por la pandemia del COVID-19, se prevé en la región una disminución en la entrada de estos flujos de entre un 45% y un 55% para este año.
La secretaria ejecutiva del organismo internacional, Alicia Bárcena, explicó que se calcula que a nivel mundial los montos de inversión extranjera directa se reduzcan un 40% en 2020, y entre un 5% y un 10% en 2021. Por su parte, América Latina y el Caribe será la zona más afectada y presentará la caída más pronunciada.
Al presentar el estudio anual La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2020, indicó que el principal inversor de la región es la Unión Europea y las industrias ganadoras son las energías renovables, uno de los sectores más dinámicos en materia de IED.
Indicó que el primer semestre confirma las previsiones en la región. Particularmente, en México se presentó la caída menos pronunciada con una disminución del -6% en el tercer trimestre, con respecto al mismo periodo del año 2019.
Aclaró que la pandemia hará que se presenten caídas en la inversión extranjera directa en todos los sectores productivos. Las transnacionales están revisando a la baja sus previsiones de ganancias y se ubican en un -36%. Particularmente habrá descensos del -70% en la minería; del-34% en manufactura o del -35% en el sector servicios.
Para 2021 la IED alcanzaría su valor más bajo desde 2005. En los países desarrollados se ubicaría entre el -25% y el -40%, mientras que en los países en desarrollo se posicionaría entre el -30% y el -45%, por lo que “hay que apuntar muy bien a qué proyectos queremos traer a nuestra región y con qué inversionistas queremos realmente trabajar”, reflexionó.
El nuevo estudio de la CEPAL muestra gran heterogeneidad en los resultados nacionales y no se registra un patrón subregional: en 17 países hay una caída de las entradas en 2019 respecto a 2018 y en 9 países hay un aumento. En 2019, los cinco países que recibieron mayores inversiones fueron Brasil (43% del total), México (18%), Colombia (9%), Chile (7%) y Perú (6%).
Asimismo, señala que en Centroamérica las entradas de inversión extranjera directa crecieron únicamente en Panamá y Guatemala, mientras que en el Caribe, este indicador superó la caída del año anterior en República Dominicana, Trinidad y Tobago registró inversiones positivas después de tres años de saldos negativos y en Guyana se produjo un aumento interanual muy importante, impulsado por las inversiones para la explotación de hidrocarburos y sectores relacionados.
Además, el documento señala que los problemas estructurales de las economías de la región y los nuevos escenarios internacionales hacen necesario que la inversión extranjera directa y las políticas para promoverla formen parte de un proyecto que impulse un cambio estructural progresivo, que permita aumentar la productividad y alcanzar inclusión social, igualdad y sostenibilidad ambiental.
En la presentación, Alicia Bárcena explicó que la inversión extranjera directa puede significar un gran impulso para la sostenibilidad.
“Sin lugar a dudas, la crisis del COVID-19 ha agudizado ciertos problemas y nos ha mostrado que el modelo de desarrollo que teníamos no es sostenible. Necesitamos impulsar a sectores empresariales intensivos en conocimiento y con mayor dinamismo internacional, para generar un impacto positivos en el empleo y la inclusión social”.
Expuso que la IED debe ser una fuente generadora de mayor productividad, mejores empleos, innovación y tecnología. Debe explorar nuevas alternativas en áreas como la transformación de la matriz energética con base en las energías renovables; la movilidad sostenible y los espacios urbanos; la revolución digital para la sostenibilidad; la industria manufacturera de la salud; la bioeconomía, es decir, la sostenibilidad basada en recursos biológicos y ecosistemas naturales; la economía circular, y el turismo sostenible.
En el área de la política industrial, se debe apostar por los sectores y las cadenas productivas como motores del desarrollo sostenible para crear capacidades locales; superar enfoque ‘de nicho’ mediante planes que involucren una masa crítica de micro, pequeñas y medianas empresas para acelerar la productividad; avanzar en una nueva organización de la producción a nivel regional que permita aprovechar la economía a escala, y aprovechar los espacios de articulación científica mediante la cooperación regional e internacional, propuso.
Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund