Un certificado de vacunación adaptado al entorno rápidamente cambiante de las vacunas podría ayudar al mundo de la crisis generada por la pandemia y ser parte de la solución para reactivar el sector de viajes y el cultural, y para hacer que las personas puedan volver al trabajo, así lo explica el último informe del Instituto de Salud Global (ISGlobal).

El documento denominado “COVID-19, cooperación global y reactivación de la economía: ¿necesitamos pasaportes de vacunación?” refiere que algunos países han empezado a poner en marcha de forma unilateral certificados de vacunación que permitan a las personas vacunadas disponer de mayor libertad para viajar y realizar otras actividades de forma segura.

“China e Israel cuentan ya con los suyos. Dinamarca está considerando crear uno para los viajes de negocios y Grecia trabaja en otro para recuperar el turismo. Además, la Comisión Europea ha anunciado que en junio se implementará un ‘pasaporte verde digital’. También están en curso iniciativas del sector privado como las de IBM o la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA)”.

Sin embargo, el estudio elaborado por Denise Naniche, Gonzalo Fanjul, Jeffrey Lazarus, José Muñoz, Antoni Plasència, Oriana Ramírez y Rafael Vilasanjuan, considera que existen algunos obstáculos para la estandarización global de un certificado de vacunación. “Por ejemplo, no tenemos conocimientos sólidos de la duración de la inmunidad que ofrece cada una de las vacunas, ni de su capacidad de detener la transmisión. Sin embargo, la mayoría de los retos relativos a la armonización de un certificado de vacunación están relacionados con la geopolítica y los intereses económicos de los países de ingresos altos”.

Además, considera, los certificados de vacunación podrían profundizar las desigualdades y la discriminación y constituyen un “arma de doble filo”, ya que permiten a las personas de distintos sectores económicos, incluido el turismo, volver al trabajo y recuperar su sustento, pero también podrían proporcionar privilegios a las personas vacunadas y privar de ellos a las no vacunadas.

Otra duda que plantea el escrito número 33 de la serie “COVID-19 y estrategia de respuesta” es el “¿cómo se protegerán los datos sensibles?” necesarios para la elaboración de este documento. A su vez, un certificado digital de vacunación plantea desafíos en cuanto a la comprobación de la identidad y la privacidad, la prevención de las falsificaciones y la actualización de la información sobre las vacunas.

Los expertos de ISGlobal consideran que para que un certificado de vacunación pueda ayudar al mundo a salir de la crisis, es necesario que exista cooperación global entre el sector público y el sector privado, y estos documentos deberían unificarse a través de un conjunto de requisitos internacionales, de una forma muy parecida a la de los pasaportes o a la de la cartilla de vacunación contra la fiebre amarilla de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Un certificado de estas características podría eximir a las personas de la cuarentena, pero debería ser complementario a otras intervenciones no médicas y a las pruebas PCR, y no debería impedir en ninguna circunstancia el derecho fundamental de circulación de las personas”.

Asimismo, señalan que las administraciones públicas deberían invertir seriamente para abordar las dudas acerca de las vacunas, con el objetivo de maximizar la cobertura de vacunación. En paralelo, los países de ingresos altos deberían desempeñar un papel más activo en la ampliación de la vacunación contra la COVID-19 en los países de ingresos bajos y medios, un requisito sin el cual no se podrá dar la recuperación de la economía global.

“La comunicación de mensajes unificados entre las administraciones públicas y los medios de comunicación es esencial para mantener la confianza en las vacunas y garantizar que un certificado de vacunación regulado internacionalmente pueda aportar beneficios a todos”, concluyen.