La investigadora del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Estela Cessa Flores, señaló que la crisis por el COVID-19 va a revolucionar el sistema económico como lo teníamos planteado, ya que en este momento, en el que mundialmente todo está detenido, una solución inmediata sería reactivar la producción y el consumo local de alimentos, promoviendo las cadenas cortas de mercado.

Hay que ver esta pandemia como una oportunidad de transformar la manera de complementar nuestra dieta básica, ya que el productor y el consumidor son los dos extremos de la cadena más afectados, afirmó. “El productor porque vende barato y el consumidor porque compra los alimentos caros, en mal estado o con dudoso proceso de producción, por lo que si nos comprometemos a adquirir los productos básicos en pequeñas canastas alimentarias estaremos apoyando la economía regional y consumiendo víveres de mayor calidad”.

Por ejemplo, alrededor de Xalapa hay mucha producción de alimentos, pero habría que buscar un nuevo contacto entre productores y consumidores, lo que nos permitiría ayudarnos unos a los otros al darle dinamismo a las economías locales, comentó. Esto se podría promover a través de las nuevas tecnologías, ya que hoy prácticamente todo el mundo dispone de un teléfono, por lo que es posible crear una aplicación en la que las personas puedan localizar a alguien que esté ofertando huevo orgánico, tortillas de mano o vegetales.

La Doctora en Ciencias en Ciencias Agrarias y Maestra en Ciencias en Sociología Rural consideró que ya no podemos seguir abasteciéndonos en las grandes tiendas, porque ahora es más complicado, pero además porque estos supermercados  van a empezar a tener ciertos desabastos y altos precios, ya que las grandes corporaciones agroalimentarias también están teniendo problemas para procesar y distribuir sus productos; no es lo mismo producir familiarmente en una finca, que trabajar en grandes plantaciones, empacadoras, procesadoras de materia prima que ocupan mano de obra asalariada.

Indicó que la pandemia provocó diversas afectaciones al mercado agroalimentario de la entidad, ya que a medida que la gente se repliega en sus casas, para asegurar su supervivencia compra lo básico (legumbres, derivados del maíz y del frijol), por lo que muchos alimentos que no son considerados dentro de esta categoría empiezan a perder mercado, como los cítricos, el café, el piloncillo y los derivados del cacao producidos en el campo veracruzano.

En ese sentido, recordó que el cultivo de limón y de aguacate con gran auge económico en la región central del estado han visto mermada esta oportunidad de mercado, porque son productos que se utilizan, pero no son estrictamente de primera necesidad.

Estela Cessa refirió que durante esta crisis los pequeños productores se han visto privados de mercados cercanos a los que abastecer. “En un primer momento no se han visto tan afectados porque se pueden comer lo que plantaron, lo intercambian y subsisten con lo que tienen, pero en unos meses esto va a generar un problema, cuando se hayan descapitalizado por no poder vender su producción y no tengan dinero para volver a sembrar”.

Por su parte, las grandes empresas agroalimentarias del país también están sufriendo estragos, especificó. “Derivado del COVID-19, no hay circulante de dinero, ni movilidad de personas, se incrementaron las restricciones en las aduanas y fronteras y hay limitaciones en el transporte, lo que hizo que los productores dejaran de vender y exportar, esos alimentos se quedaron en las bodegas, algunos incluso, como la Confederación Nacional Agropecuaria,  promovió donaciones que les va a impactar también a futuro en un proceso de descapitalización”.

Además, el hecho de que muchos restauranteros hayan reducido sus ventas o tenido que cerrar sus puertas ha hecho que este sector disminuya la compra directa de insumos que vienen del sector agropecuario. “En esta hecatombe todos somos afectados”, dijo.

Finalmente, la investigadora expresó su preocupación de que el Gobierno no esté apostando a acciones emergentes para la producción de alimentos. “Se están dando apoyos emergentes a la gente que desempeña algún oficio o servicio, pero no se están proveyendo ni en el campo ni en la ciudad a las personas para que produzcan parte de su alimento y que, en caso que no tengan recursos, al menos tengan que comer”, dijo.

Daisy Aller

Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund