Cuando inicié en Al Calor Político este Especial COVID-19: Los Efectos Colaterales, jamás me imaginé que mi familia y yo seríamos damnificados de esta enfermedad que cobró la vida de mi padre, Víctor Manuel Mendoza Chávez, el pasado 11 de julio de 2020, a las 17.20 horas.

Después de más de 30 días de zozobra, incertidumbre, miedo y dolor, hoy quiero contarles mi historia, una historia que han vivido de alguna manera las más de 57 mil familias mexicanas que han perdido a algún ser querido durante esta pandemia que ha azotado al mundo.

¡Qué les puedo decir! Mi papá fue siempre mi ejemplo, mi mayor súper héroe y no pude abrazarlo, no pude despedirme de él, no pude estar cerca de él en el último momento. Han pasado ya más de 30 días de su partida y ha sido horrible escuchar llorar a mi madre, quien perdió al hombre con quien compartió 40 años de su vida.

Mi madre, mi hermano y yo hemos vivido estos últimos días de nuestra vida en zozobra, con cubrebocas, limpiando y sanitizando la casa una y otra vez, por miedo a ser asintomáticos y contagiarnos entre nosotros. Más de 30 días en los que aún no nos podemos abrazar, no podemos llorar, no podemos expresar cuánto dolor nos ha causado esta partida, sin un abrazo, sin un beso, sin un te amo, sin un adiós.

Mi papá fue siempre una persona muy trabajadora. Laboraba en una compañía telefónica y siempre decía que él no tenía trabajo, que él hacía lo que le gustaba y que a pesar de ello le pagaban. Estaba disponible de lunes a domingo, no descansaba y estaba a punto de jubilarse. Tenía planes de viajar con mi mamá, de estar juntos por más tiempo.

A pesar de que mi hermano y yo ya somos adultos siempre estuvo pendiente de nosotros, hasta antes de su fallecimiento. Siempre estaba con nosotros, siempre estuvo aquí. Toda la familia de México lo extrañan, todos están sufriendo, sobre todo porque no lo pudieron ver, porque no pudieron despedirse.

Todos sus compañeros del trabajo también lo apreciaban mucho, pues él siempre estaba disponible. Tuve la oportunidad de platicar con su jefa y también me dijo que lo extrañaban mucho en su trabajo porque él siempre tenía la disponibilidad de laborar a la hora que fuese, el día que fuese y lo extrañaban porque era un buen elemento.

“La verdad es que nunca imaginé que esta experiencia la podíamos vivir aquí en mi casa. Siempre habíamos tratado de cuidarnos. Desde que inició la pandemia procuramos tener cubrebocas y salir con cubrebocas, pero aun así nadie está exento de vivir esto”.

Un aguacero y el inicio de la enfermedad

Antes de llevarlo al hospital, mi papá estuvo bien. Al principio sólo presentó un poco de resfriado y tos, pero su temperatura era normal. Desgraciadamente en esos momentos no teníamos un oxímetro de pulso como para estar pendientes de su oxigenación en la sangre.

Unos días antes de que enfermara se registró una lluvia muy fuerte en la ciudad. Mi papá y mi hermano se mojaron antes de llegar a casa. Mi hermano empezó con gripe, fue al médico y le dieron un tratamiento por infección en la garganta. Mi papá también tuvo un resfriado y al principio no fue al médico.

Cuando empezó a sentirse mal acudió al médico para que lo revisara y fue ahí que el doctor revisó su oxigenación y le dijo que tenía síntomas de COVID-19.

El miércoles 7 de julio le mandaron a hacer análisis, las pruebas de COVID-19 y una radiografía de tórax. En la mañana yo fui a solicitar que fuera el químico a hacerle los análisis. Vinieron a verlo a las 12:30 del día y él estaba bien, incluso nosotros pues teníamos muchas dudas de que fuera COVID-19.

El químico que lo vio nos dijo que estaba bien, que le había tocado ver a otras personas con mayores complicaciones. Cuando a las 13.30 lo llevamos a hacerle la radiografía de tórax empezó a verse más mermada su salud. Iba mareado, con dificultades para respirar, con dificultades para caminar, pero dentro de lo que cabe iba bien porque siempre estuvo consciente.

Buscamos a un médico internista que nos habían recomendado y en la clínica, al revisarlo, nos dijo que sí tenía COVID y que era necesario hospitalizarlo. Mi papá estaba consciente y dentro de su gravedad estaba bien y no quiso hospitalizarse en ese momento.

Nosotros tampoco queríamos llevarlo al Hospital, por la preocupación, por todo lo que se sabe de los hospitales, por todo lo que se había escuchado.

El doctor que lo atendió le dio tratamiento. Fuimos a conseguir los medicamentos y aunque fue muy difícil encontrarlos, porque muchos estaban agotados, gracias a Dios los logramos conseguir y esa noche le aplicaron todos sus medicamentos en la clínica y nos lo trajimos a casa.

Le había recetado unas nebulizaciones y como a las 9 de la noche que nosotros empezamos a hacerle la nebulización con mi hermano, él ya estaba más mal, el ya no podía estar despierto, ya no podía sostenerse de pie, seguía consciente en una parte, porque había cosas que no se acordaba que eran, pero sí estaba consciente y fue cuando mi hermano y yo ya lo vimos muy mal, le dijimos a mi mamá y lo llevamos como a las 10 de la noche a la clínica 11 del Seguro Social y ahí lo recibieron más o menos como a las 11:30.

La hospitalización

Yo entré al hospital a realizar todos los trámites. Mi mamá ha sido una persona diabética desde hace 16 años y no quise arriesgarla. Mi hermano aún tenía síntomas de la infección en la garganta y tampoco quise que se arriesgara entrando al hospital.

A mi papá le hicieron su expediente. Él estuvo consciente completamente. Llegó con una oxigenación del 57 por ciento y después de un rato de haber tenido el tanque de oxígeno, subió al 87 por ciento. Ese fue un momento en el que él mejoró mucho en esa situación. Me entregaran sus pertenencias y se quedó hospitalizado. Todos los informes de su estado de salud serían por vía telefónica.

Ese es el protocolo en los hospitales. Una vez que llevas a un familiar de COVID-19 lo dejas ahí y ya no lo vuelves a ver.

Cuando ingresó al hospital me hicieron firmar una responsiva, autorizando la intubación en caso de ser necesaria. Desde que mi papá llegó le dijeron que era necesario hacer la intubación, pero nunca se la hicieron.

Tenían ellos la responsiva firmada, pero nunca le hicieron la intubación, pues después preguntando y platicando con algunos otros médicos de otras áreas y de otras clínicas, nos han dicho que no se la hicieron porque él estaba consciente y en todo momento se negó al procedimiento.

Ellos dicen que aunque tuvieran la responsiva firmada, pues no podían ir contra su voluntad y como él no se dejaba hacer la intubación, por eso no lo entubaron. Pero tuvieron en todo momento una responsiva firmada por mí, porque en algún momento yo me quedé como familiar responsable y pues no, nunca lo entubaron.

El fallecimiento

Desde que se quedó en el hospital el 8 de julio, nunca estuvimos tranquilos con esperar sólo una llamada para decirnos cuál era su estado de salud. Las llamadas eran alrededor del mediodía.

Buscamos contactos, amigos, conocidos, gente que conociera a otra gente que nos pudiera ayudar para saber de él, de su evolución, de su estado de salud. Logramos saber que estaba estable, que estaba bien.

Una amistad de un familiar nos dijo que él ya tenía dieta, que ya había comido y que seguía estable. Ese informe o ese aviso no oficial nos lo dieron como a las 11 u 11:30 de la mañana. De ahí no tuvimos ningún otro tipo de comunicación con nadie.

Sin embargo, como a las 19:30 de la noche recibí una llamada por parte del área de Trabajo Social de la Clínica, para informarme que mi papá había fallecido a las 17.20 de la tarde. Me dijeron que no se habían comunicado antes porque sólo había un médico de guardia y hasta que había hecho su ronda de visitas de pacientes y había salido, ya podían empezar a dar los informes.

Lo único que nos dijo es que en la mañana él había pasado a ver a mi papá, que estaba estable, pero que le habían dicho que era necesario entubarse y que mi papá sólo les había dicho que lo iba a consultar con su familia y que luego le avisaba, entonces el doctor le dijo, bueno piénselo y más tarde regresó, y entonces como a las 17.20 fue que le avisaron que se había puesto mal, que trataron de resucitarlo, porque había tenido un paro respiratorio, pero que ya no habían podido hacer nada y entonces la hora de su muerte había sido a las 17.20 de la tarde de ese 11 de julio de 2020.

Los trámites y la despedida

En esa llamada me pidieron una serie de documentos para que me pudieran entregar el cuerpo. Ni mi mamá ni mi hermano ni mi tío que estaba con nosotros se quisieron quedar en casa. Aunque sólo yo entré al hospital a realizar los trámites, ellos se quedaron esperando en el coche.

Me pidieron hacer los trámites en la funeraria y reconocer el cuerpo de mi papá. Me dieron una bata. Yo ya llevaba doble cubrebocas, careta, doble guante y pues la verdad es que la señorita de la funeraria que nos atendió también como que fue muy amable al decirme que no tocara nada porque iba entrar a una zona muy contaminada, de alto riesgo.

Me contó de una familia de tres integrantes que se contagiaron y fallecieron. Primero falleció el padre. Cuando la esposa fue a reconocer el cuerpo lo abrazó, se contagió y murió. Después, en el funeral, el hijo abrazó el ataúd de la madre, también se contagió y falleció. “Así que vas a entrar, pero no toques nada, por favor, es zona de mucho riesgo”, me insistió.

“No toques nada, no te acerques ni a las paredes. Yo sé que te va a ganar el sentimiento por querer abrazar a tu papá, pero no lo hagas”, me dijo y así, con el corazón partido, triste, llorando, de lejos, sin poder abrazar a mi papá, identifiqué su cuerpo.

Ahora que cuento esto me siguen saliendo las lágrimas. El miedo es terrible. Vi el miedo en los rostros de los médicos, de las enfermeras, de los auxiliares, del personal de las funerarias.

El personal de la funeraria abrió la bolsa donde estaba depositado el cuerpo de mi papá unos 10 o 15 centímetros. Alcancé a ver su rostro, para saber que era él. No más. Ya no lo ves. Desde que lo dejas en el hospital ya no lo ves y en la funeraria tampoco lo puedes ver, porque al final el ataúd también entra a la zona contaminada. La funeraria nos dijo que el ataúd se destruye y pues tuvo que ser incinerado. Entonces no lo ves, no pasas otro proceso, no hubo un velorio, no hubo un funeral como tal, no puedes despedirte.

A mi papá lo sacamos del hospital más o menos como a las 3 de la mañana y de ahí directo a la funeraria y a su cremación. El proceso para obtener su acta de defunción tampoco fue complicado, pues sólo es tardado porque hay que hacer fila para todo, y hay mucha gente, eso fue lo único tardado.

Una misa y el Facebook Live

De pronto el domingo 12 de julio amanecimos sin mi papá en casa, sin el hombre que nos cuidó, que nos protegió, que estuvo siempre a nuestro lado. No habíamos dormido toda la noche pero no sentíamos el cansancio, sólo un dolor muy profundo.

Logramos que ese domingo el padre José Manuel Suazo Reyes nos recibiera, con todas las medidas de seguridad sanitaria, en una misa sin gente que el celebra y transmite por Facebook Live desde la Parroquia María Auxiliadora, de la calle Chilpancingo esquina Coahuila, de la colonia Progreso Macuiltépetl.

Con sus cenizas en manos estuvimos ahí mi mamá, mi hermano, mi tío y yo. Por Facebook Live sus hermanas de Quintana Roo y la familia de mi mamá pudieron despedirse de él a la distancia, a través de internet.

El duelo

Ha sido difícil vivir el duelo en todas estas circunstancias. Los primeros quince días después de su muerte vivimos con el temor de que pudiéramos estar contagiados.

Mi mamá pertenece al grupo vulnerable por ser diabética e hipertensa. Mi hermano en esos momentos había tenido una infección de garganta, y bueno ahora que hemos podido platicar sobre todo lo que nos ha pasado, hemos reflexionado sobre que realmente quizá todos nos contagiamos porque a todos en algún momento se nos fue el sentido del gusto, del olfato, a todo en algún momento tuvimos dolor de cuerpo.

Yo he tenido tos, porque también los cambios de clima me han afectado mucho. Un día me levanté descalza y el frío del piso me hizo daño. Entonces a partir de ahí tuve tos.

Hemos estado en constante comunicación con la línea COVID de la Secretaría de Salud pero nunca nos han querido hacer una prueba como tal, porque no presentamos síntomas en este momento; no nos han hecho pruebas para saber si tuvimos o tenemos COVID, sólo nos han dicho más o menos qué medicamentos podemos tomar en caso de algunos u otros síntomas.

Como yo he tenido que ir al Seguro Social a hacer trámites para que mi mamá pudiera seguir tenido el servicio por ser diabética, a la entrada hay unos médicos que te atienden en caso de llevar síntomas. Entonces la primera vez que mi tío y yo fuimos a hacer trámites, le preguntamos a él y nos dijo: pues quizá el virus fue muy benévolo con ustedes y al que más dañó fue a su papá, pero la verdad es que es muy extraño, pero probablemente el virus fue muy benévolo con todos ustedes menos con él.
Yo creo que duelo como tal no lo hemos logrado vivir todavía. Tenemos nuestro dolor, pero nos gana más la incertidumbre y la zozobra de saber que nosotros estemos bien de salud. Nos gana más el estar preocupados por ahora sí ver la oxigenación de cada uno, por tomarnos la temperatura, estamos como en constante revisión todos; nos tomamos la oxigenación, la temperatura, la presión, mi mamá en su caso pues su azúcar.

Entonces yo creo que no hemos podido vivir el duelo o al menos despedirnos de mi papá o llorarle o decirle algo. No lo hemos podido hacer porque ni siquiera entre nosotros nos hemos podido abrazar. Tenemos ya más de 30 días de que falleció y vivimos a distancia.

Sí estamos aquí sentados, cada quien se toma un sillón y así podemos estar. Vivimos con el cubrebocas en casa. En la mesa comemos a distancia. Sin embargo veo a mi mamá llorar por el dolor que carga y no puedo abrazarla ni consolarla.

Yo hablé con mi papá mientras estuvo hospitalizado y grabé un audio. No he tenido fuerzas para ponérselos, para que lo escuchen. No dice mucho, porque le costaba mucho trabajo hablar, pero sí pude decirle lo mucho que lo queríamos y que lo estábamos esperando en casa.

Tenemos un niño de 11 años, que vive con nosotros desde tiene 5 meses y a él se lo tuvieron que llevar también de aquí, por su seguridad y no lo hemos podido ver.  Era su cumpleaños y mi papá lo sabía, sabía que lo estábamos esperando para festejar su cumpleaños.

Ha sido una pesadilla y es más difícil cuando salimos y vemos a la gente que no usa cubrebocas, que no usa mascarillas o que va como si nada en la calle, porque no saben el dolor que se vive, la incertidumbre con la que se vive cuando te pasa esto en tu casa.

A nosotros nos han dicho que tenemos que esperar la cuarentena para estar tranquilos dentro de casa, pero tenemos que extremar cuidados al salir, entonces esa gente que no se cuida o que no usa las medidas y las recomendaciones de las autoridades, no saben realmente, de verdad no saben realmente todo el calvario que se vive.

Lo único que quiero decir, al contar esta historia, es que la gente tome conciencia de que esto existe. Hay personas, a estas alturas, que sigue creyendo que todo esto es un cuento, que no es real. Sí existe y nos está alejando a las familias, nos está destruyendo, nos está dejando solos.

Nosotros, gracias a Dios, estamos bien, pero debemos de seguir creando conciencia de que el uso de cubrebocas es indispensable. Debemos de pensar en nosotros y en las personas que nos rodean. Ves a jóvenes que por ser jóvenes creen que no les va a pasar y también se están muriendo los jóvenes y ellos también deben estar conscientes de cuidar su salud y la de sus seres queridos, de sus padres, de sus abuelos, de sus tíos, de sus hermanos.

Es importante que usen el cubrebocas, que no se toquen la cara, que usen gel antibacterial. Nosotros hemos usado también desinfectantes en aerosol siempre que vamos al súper o que salimos a algún lado. Antes de entrar al carro siempre nos desinfectamos.

Hemos tomado medidas extremas de limpieza en casa, desinfectando paredes, muebles. De verdad, la gente debe saber que usando el cubrebocas y tomando medidas extremas de limpieza vamos a evitar más contagios. Está en juego nuestra vida y la vida de todas las personas que nos rodean.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fundhttps://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund